Las primeras tendencias se conocerán en unos días y la segunda vuelta está prevista el 19 de abril.
Con las amenazas del coronavirus y los yihadistas de telón de fondo, los malienses acudieron este domingo a las urnas para elegir un nuevo parlamento, en unos comicios que, según los observadores, están marcados por la fuerte abstención.
Todavía no había datos disponibles oficiales sobre la participación al cierre de los colegios electorales a las 18h00 GMT, pero los observadores y periodistas de la AFP consideran que será baja.
“Estamos sin luz, vamos a buscar linternas para hacer el recuento. Esto no va a llevar mucho tiempo porque no ha habido muchos votantes”, dijo el presidente de un colegio electoral de la comuna IV de Bamako, Sambala Sissoko.
Aplazadas en varias ocasiones, estas elecciones van a renovar los 147 diputados del Parlamento. Las primeras tendencias se conocerán en unos días y la segunda vuelta está prevista el 19 de abril.
Tanto la campaña como la votación han tenido lugar en un contexto difícil por la aparición del coronavirus, que se suma a la violencia yihadista e intercomunitaria, pese a la presencia de las fuerzas francesas, saharianas y de la ONU.
El líder de la oposición, Soumaila Cissé, fue secuestrado hace unos días por hombres armados mientras hacía campaña en su bastión electoral de Niafounké, cerca de Tombuctú (norte).
Todo indica que está en manos de yihadistas afines al predicador fulani Amadou Koufa, quien dirige una de las ramas de la principal alianza yihadista en el Sahel, afiliada a Al Qaida, según un político y una fuente de seguridad.
El presidente Ibrahim Boubacar Keita prometió el domingo que “no escatimaría esfuerzos para obtener su liberación” y saludó la “madurez” del partido de Soumaila Cissé, que pidió una “participación masiva”.
El domingo por la mañana, el primer ministro Boubou Cissé, esperaba una tasa de participación “suficientemente satisfactoria”.
Pero muchos electores tenían miedo, sobre todo, del coronavirus que ha infectado a una veintena de personas y el sábado dejó la primera víctima mortal en el país.
Muchos han ido a votar “con miedo”, dijo en Bamako el profesor de 34 años Souleymane Diallo.
“Nos piden que vayamos a votar pese a que utilizamos todos el mismo bolígrafo y la misma tinta. No hay un metro entre la gente”, decía Amadou Camara, que prefirió abstenerse.
– Ejército en alerta –
Como se temía, en algunas zonas sacudidas por la violencia no se ha podido votar.
De 12.500 colegios electorales, 274 permanecieron cerrados, según el ministerio de Seguridad.
Las Fuerzas Armadas malienses dijeron en Twitter que les habían “tendido una emboscada” en Mondoro, cerca de la frontera con Burkina Fasso, donde ya han sido blanco de los yihadistas en tres ocasiones desde septiembre.
En Moptí, en el centro de Malí, particularmente acosado por la violencia estos últimos años, el presidente de una oficina electoral dijo que “no había habido apenas afluencia”. “El coronavirus y la inseguridad echaron a los electores”, agregó.
En Tombuctú, los centros de votación estaban resguardados por el ejército. Pese a ello, un presidente de colegio fue “secuestrado por hombres armados”, según una fuente del gobierno.
El mandato del parlamento que salió de las elecciones de 2013, en las que venció el presidente Ibrahim Boubacar Keïta, debía terminar a finales de 2018.
Según los expertos, su renovación es importante para poder hacer avanzar la aplicación de los acuerdos de paz de Argel.
Este acuerdo fue firmado en 2015 entre las autoridades y los grupos armados independentistas, en particular tuaregs, que se alzaron en armas en 2012. En el mismo no participaron los yihadistas. Pero su aplicación es considerada como un factor esencial para salir de la crisis, junto con la acción militar.