Bérgamo es una ciudad mártir que intenta volver a aprender a vivir, sobre todo encontrándose de nuevo el domingo con su equipo de fútbol, Atalanta.
Las imágenes de decenas de féretros reunidos en la iglesia del cementerio de la ciudad han dado la vuelta al mundo.
“Fueron meses difíciles. Hay un gran alivio ahora. Hemos vuelto a una situación relativamente normal”, explicó recientemente el alcalde, Giorgio Gori.
“En la provincia, hubo 6.000 muertos más de lo habitual en este período, 670 en Bérgamo. El equivalente a 45.000 en Nueva York”, añade Gori.
Casi todo el mundo perdió a un amigo, colega o vecino. El duelo de ida de octavos de final de Champions Atalanta-Valencia, el 19 de febrero, jugó un papel acelerador en la epidemia.
Ese día, 45.792 espectadores asistieron en el estadio San Siro de Milán a la victoria del Atalanta por 4-1. Con cada gol, múltiples abrazos en el estadio y en los bares.
La amenaza del coronavirus parecía lejos cuando no existía ningún caso todavía en Italia. Pero pronto, desde el 4 de marzo, la curva de contaminados en Bérgamo sube brutalmente y el partido se convierte en una “bomba biológica”, según algunos médicos.
Bomba biológica
Tras el partido de vuelta el 10 de marzo en Valencia, el entrenador Gian Piero Gasperini promete una “gran fiesta”, pero “más tarde”. Y el club pide a los ‘tifosi’ que no se reúnan para celebrar la clasificación. El virus arrasa en ese momento.
Sometida, como el resto del país, a estrictas medidas de confinamiento durante dos meses, Bérgamo comenzó a revivir desde el 4 de mayo.
Pero en la parte alta de la ciudad, donde se reúnen normalmente centenares de turistas, apenas hay gente.
“En general, ponemos 150 cubiertos a mediodía y 50 por la noche. Ahora, con suerte, podemos llegar a los veinte por día”, explica a la AFP Marcello Menalli, propietario del “Caffè del Tasso”, uno de los más antiguos restaurantes de Italia.
El domingo, el fútbol permitirá a Bérgamo dar un paso adelante hacia la normalidad, cuando Atalanta reciba a Sassuolo en su primer partido tras la interrupción del 9 de marzo.
Cuarto clasificado de la Serie A, con opciones de Champions, vive la mejor temporada de su historia.
“Cuando pienso en ello, me parece absurdo. Esta felicidad deportiva coincide con un inmenso dolor en la ciudad”, dijo Gasperini en La Gazzetta dello Sport.
Regreso a la normalidad
“Este partido es un pequeño regreso a la normalidad. Pero como han dicho jugadores y técnicos, pensaremos en los que han vivido momentos difíciles”, explica a la AFP Andrea Sigorini, un aficionado de 36 años.
“Tenemos ganas de ver a Atalanta volver, visto el nivel que tenía”, lo que permitirá “hablar de otra cosa” además del coronavirus, señala Menalli.
Misma opinión de Marino Lazzarini, presidente de Amigos del Atalanta, asociación que reúne a 6.000 personas, y miembro del consejo de administración del club.
“Hay ganas de fútbol, sin olvidar a los que nos han dejado. Entre amigos y conocidos, perdí a 40 personas. El fútbol ayuda, no a olvidar, pero sí a disfrutar un poco”, señala este hombre de 71 años, que frecuenta el estadio desde que tenía cuatro.
Capitán del equipo, el argentino “Papu” Gómez, se mostró favorable a la reanudación, pese a la oposición de grupos de aficionados.
“Hace dos meses, habría estado en contra. Pero ahora que hay más seguridad, soy favorable. Bérgamo vive para el fútbol, respira fútbol. Pero Bérgamo no olvidará”, explicó al Corriere dello Sport.
Los que aplauden el regreso del fútbol, aunque sea a puerta cerrada, quieren conocer también el final de la increíble temporada de su equipo.
“El parón llegó en el momento más bonito. Esperamos que el sueño pueda volver”, explica Andrea Sigorini, mientras que Lazzarini habla de un “momento de apogeo”.
Atalanta puede escalar más alto todavía, mientras Bérgamo se recupera.