El autor es periodista y actualmente, director del diario digital En Segundos.
Como dije antes, no hay padre perfecto, pero no imagino a nadie que hubiera podido ser mejor papá para mí que Miguel Ángel Chéry Bethancourt (conocido como Migue o Papá Migue).
Hijo del chef francés nacido en Martinica Jean Marcel (Courville) Chéry (1904-1983) y la riohateña Cristobalina Betancourt Morales (1911-1998), una ama de casa tan eficiente como nunca jamás he visto.
Mi papá nació en el pueblo de Los Pollos, Río Hato, el 26 de agosto de 1938 y falleció el 20 de septiembre del año pasado. Se crió en “Parque” (así los muchachos de entonces le decían a su barrio Parque Lefevre) junto con una camada de hermanos, hermanas y amigos que vivieron a plenitud su juventud.
Hace como cinco años, pase toda la tarde de un 1 de enero con mi papá, mi mamá y sus amigos de juventud en la casa de uno de ellos en Concepción, Juan Díaz. Lástima que no grabé esas conversaciones donde hablaban de sus amores de juventud, travesuras y fiestas. Era una gavilla que se hacía llamar “Los Tratables”, cuya mayor afición era el básquet y su mayor aspiración recoger fondos durante todo un año para lucir impecables, elegantes e idénticos los cuatro días de carnaval.
Entre risas y vergüenza recordaron cómo hacían para que todos entraran a un sarao pagando solo por uno. El “tax” era un trozo de cartón con un sello que se engrapaba en el pantalón al pagar la entrada del baile. Si intentaban desprender el pedazo de papel duro del pantalón se iba a notar, así que el plan era que el primero pagaba, le pegaban el “tax” en el pantalón y entraba, pero ese muchacho ya tenía otro pantalón debajo. Ya adentro, se quitaba el pantalón con el “tax” y buscaba la forma de pasárselo a otro que estaba afuera, y así hasta que todos “Los Tratables” estaban bailando.
El truco les duró hasta que alguien notó que pasaban por la entrada muchos pelaos con un pantalón del mismo color y talla, que a algunos le ajustaba bien, a otro le quedaba largo y a otro cruzarío.
En esos andares por “Parque” fue que conoció a Ana Matilde (Arosemena) Ramos que luego extendería su nombre con el “de Chéry”.
Mi papá fue dirigente del Sindicato de Tipógrafos y Trabajadores de Artes Gráficas; recuerdo que las fiestas del Día del Niño la celebraban en el local de la organización obrera en Calle Colón, paralela a Avenida B. Mi papá me obliga a bailar con las hijas de sus compañeros sindicalistas, y me decía: “dale un besito en el cachete”. Lo que más me gustaba de esas fiestas era que a los varones le regalaban unas espadas de mosquetero con un pedazo de tiza en la punta para quedara evidencia de quién era el primero que infligía la herida de muerte.
Migue también fue “padre fundador” del distrito de San Miguelito y, cómo les dije, tipógrafo graduado del Artes y Oficios. Sus ideales de igualdad, justicia social y socialismo, y el ejemplo cubano de potencia deportiva, salud y educación siempre afloraban en nuestras charlas, que luego se convertían en discusiones intensas porque su hijo menor desde muy joven creyó en el libre mercado, el emprendimiento y el talento individual. Ya más viejo seguíamos rivalizando ideológicamente, pero yo me desquitaba invitándolo a pasear (gastos pagos) con toda la familia y le decía que todo lo consumido era gracias al capitalismo; “good bye” Fidel Castro… Realmente no gané, fue empate porque de él heredé estar siempre consciente de que todos somos iguales, a despreciar la discriminación, la injusticia y a sentir necesidad de ayudar a otro a mejorar su condición, así veía la justicia social mi amado Papá Migue.
A finales de los ‘50, mi papá llegó a trabajar en La Estrella de Panamá a las órdenes del implacable jefe de imprenta Altafulla y era compinche de Luis Argumedes Rodríguez, mejor conocido como Camilo Azuquita, cuando aún se usaban hornos para fundir los tipos móviles de plomo. El mismo periódico donde muchos años después fui subdirector.
Después de que la tecnología borrara de la faz de la tierra el oficio que aprendió en el Artes y Oficios, Papá Migue trabajó de pintor, albañil, carpintero, maestro de obra (fue miembro del Suntracs) y luego de utility en las bases estadounidenses en la Zona del Canal. Su responsabilidad, inventiva y habilidad en trabajos manuales le garantizó un trabajo pagado por la Army (irónico, ¿no?) hasta que revirtieron esas áreas. Por su ingenio natural, los vecinos le decían Maguiver. No había desperfecto ni daños caseros que Papá Migue no le resolviera a esa gente entrañable que más que vecinos fueron hermanos, allá en Nuevo Veranillo, el corazón de San Miguelito.
Cuando, recién casado, me mudé a una casa reposeída en Cerro Viento, era mi papá el “handyman” que le daba mantenimiento a todo, y créanme que eran muchas reparaciones las que se necesitaban. La nueva vida de casado me agarró con salario ajustadísimo, mi papá ya estaba jubilado y de su pensión sacó un buen par de veces para evitar que me cortaran la luz o, cuando era muy tarde, para que me la reconectaran.
El talento innato de artesano saltó sobre mí, sin siquiera rozarme, de mi papá directo a mi hijo, Jean Marcel Chéry Saldaña, quien (más que yo) era el ayudante de Papá Migue en las reparaciones de mi “nueva” residencia. Que rico es que te arreglen todo en casa sin tener que pagar un centavo de mano de obra, ni del calificado ni del ayudante. Eso era tener un papá como Papá Migue.
Como dije, según los estándares oficiales del MEF, yo crecí en una familia pobre de Veranillo. Pero lo que me dio mi papá fue suficiente para forjar mi carácter. Él nunca tuvo auto, pero no lo necesitaba porque me llevaba a pie hasta la escuela primaria Carlos A. Mendoza (igual que hizo años antes con mis cuatro hermanos mayores). Migue era un proveedor cumplido, un trabajador responsable (no importa a qué hora se acostara, él estaba siempre de madrugada listo para ir a su trabajo).
Su más importante logro en la vida fue mantener a su familia unida, bajo un mismo techo. No hay dinero que pueda comprar lo que mi papá hizo por mí, mis hermanos y mi mamá.
Al final de sus días, le gustaba escuchar diariamente el programa televisivo del apóstol “Sopla Dios”. Jesús entró en su corazón, ya en su vejez. Pasó casi tres meses hospitalizado en el Complejo, hasta que un cáncer de próstata mal atendido hizo metástasis. En su lecho, estaba clarísimo y me pidió que un pastor fuera a orar por él, tal como lo hizo el pastor Guillermo Domínguez.
El 26 de agosto pasado celebramos su cumpleaños ahí en el hospital, nos dieron permiso para llevar dulce y un pase especial para que mi hijo lo viera, ahí se despidió el asistente de su jefe calificado. Agradezco a Dios que también pudo conocer a su última nieta, mi hija de dos años, Monique Isabelle.
Ay Papá Migue, te amo con todo mi corazón, estoy triste y llorando porque no puedo desearte feliz Día del Padre y estoy feliz porque supe valorarte, respetarte, disfrutarte y cuidarte en tu enfermedad.
¡Feliz Día del Padre hasta el cielo!
Que hermoso Chery, a mi me crió un hombre maravillosi, trabajador y honesto, que me transmitió sus valores, mi amado Abuelo, Papá Tato, como le decíamos sus nietos, murió también de Cáncer de próstata hace 20 años y todos los años cuando llega esta fecha siento el mismo vacío, pero lo tengo presente todos los días.
Muy agradable Papa Migue. Gracias a Dios le conoci y valore su compañia. Siempre con una historia que contar y compartir.
Gracias a Dios que recibio a Cristo, y que papá migue esta en un mejor lugar, EL CIELO. Que Dios les de Fortaleza a ud y su Familia.
Que belleza de testimonio de admiración y amor filial. Nuestros padres viven siempre en nuestros corazones, agradezcamos que hayan sido nuestros guias en nuestros primeros pasos en la vida. Que lindo recuento de su vida. Grscias por comaprtirlo!
Papá Migue, fue un hombre exitoso, ya que pudo levantar una familia con fuertes valores y todos hombres y mujeres de bien. La verdad que fue un hombre admirable, aunque la verdad que tuve el privilegio de compartir con él, pero sus hechos y enseñanzas testifican por él.
¡Hermoso y tierno! Esas personas nunca terminarán de morir porque ese amor, dedicación y enseñanzas quedarán en quienes los conocieron. Te felicito, Jean Marcel. .
El amor no tiene precio. Que el legado de dedicación como padre y buen ciudadano que les inculcó perduren entre sus generaciones. Lo más importante es que conoció a nuestro Señor Jehová.
Aunque mis padres biológicos me abandonaron, obligada mi abuela materna, con su extraordinario segundo esposo don Anastacio López, mi Papa Cholo, fue mi ejemplo de buenos valores morales y superación en todo sentido.
Siento que no le retribuí lo suficiente su sacrificada dedicación, no sólo conmigo que fui la primera, sino con 3 más de mis primos a los que dio igual y más, su extremo esfuerzo de lo que todo verdadero padre debiese ser.
Fui privilegiada al poder compartir con este humilde, respetuoso y abnegado ser, mi afortunada vida con él…
Q.E.P.D.
Hola :
Me llamo Abdiel A Ansola R .,Lamento la perdida de su padre fue un excelente compañero de trabajo en la U.S Army..en Clayton.,trabaje cinco años con su padre Cherry’s y me enseño bastante de lo que sabia y en todo trabajo eramos compañeros .y lamente mucho no haberme dado de cuenta visitarlo durante su enfermedad ,me entere demasiado tarde me gustaría estar en comunicación con Usted.conozco a su Señora madre .! Saludos !
Felicidades Jean Marcel por ese excelente padre y gran ser humano que fue tu papá, muy bonito que hayas compartido este mensaje en una fecha tan importante la cual estoy seguro es muy difícil de sobrellevar porque también perdí al mio, viví muchos años en Nuevo Veranillo sector 31 y recuerdo cuando pasabas caminando el saludo de buenas tardes!!! ese saludo que se podía ver entre los vecinos de la comunidad en aquellos años…Saludos!!! P.D. Egresado también de la escuela Carlos A. Mendoza
Ha sido un placer poder conocer a tu padre a través de este escrito. Ya no es igual el día del padre sin ellos. Pero lo importante son los buenos recuerdos y las enseñanzas que nos han dejado, así nunca estarán ausentes porque siempre estarán en nuestra mente y en nuestros corazones.