Algunos sectores se verán afectados durante mucho tiempo, especialmente en los servicios.
Para 2021 se prevé un repunte del crecimiento mundial, pero las cifras esconden otra realidad, la de los despidos, las quiebras y la incertidumbre generalizada. A continuación, una visión general de la economía mundial para el próximo año, después del choque del coronavirus.
La imposible “recuperación en V”
A primera vista, algunas cifras hacían entrever un rápido retorno a la normalidad: el FMI pronostica un crecimiento mundial del 5,4% en 2021, después de una caída del 4,9% este año.
¿El año 2020 será un mal momento que olvidaremos rápidamente? No, advierten cada vez más y más economistas, alarmados por la fuerza del choque en el primer semestre. Todos prevén una recuperación lenta, siempre y cuando no se produzca un segundo brote del virus.
Algunos sectores se verán afectados durante mucho tiempo, especialmente en los servicios. Un ejemplo es el turismo ya que no hay cómo recuperar las pérdidas por las habitaciones vacías o los aviones que se quedaron en tierra. Por ejemplo, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) no espera una vuelta a la normalidad antes de 2023.
En la industria hay que lidiar con las restricciones sanitarias y los agricultores de todo el mundo se enfrentan a una escasez de mano de obra extranjera.
Así está surgiendo un escenario en forma de “U”, con varios meses de recesión antes de que la economía se recupere, o uno en “W” con caídas y recuperaciones alternadas. O, peor aún, una “L” con la actividad deprimida durante mucho tiempo.
Quiebras y desempleo masivo
La crisis provocará una cascada de quiebras. En Estados Unidos el desempleo se disparó al 13,3% de la población activa en mayo frente al 3,5% en febrero.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), uno de cada seis jóvenes está desempleado en el mundo, lo que puede suponer una “generación perdida” que tendrá dificultades o ninguna posibilidad de ponerse al día.
Para todos los grupos de edad combinados, la OIT prevé la pérdida de más de 300 millones de puestos de trabajo en el segundo trimestre de 2020, con consecuencias potencialmente dramáticas en cuanto a la pobreza.
Christopher Dembik, jefe de investigación económica de Saxo Bank, espera “una segunda ola de crisis económica a partir de septiembre”. Las empresas que antes estaban bien se verán obligadas a reestructurarse. “Se creará una situación de desempleo masivo. Esta será la parte más difícil de la crisis”.
El enigma del consumo
Y el desempleo masivo o el temor de perder su puesto de trabajo pesan sobre el consumo, el motor de la economía globalizada. Mecánicamente, la reapertura de las tiendas está impulsando las ventas. Pero si se mira más detenidamente “el consumo sigue siendo anormalmente bajo”, dice Dembik.
Inicialmente, los gobiernos apoyaron la oferta ayudando a las empresas a superar la recesión sin caer en la bancarrota y limitando los despidos mediante la reducción de la jornada laboral.
¿Y las finanzas?
La crisis del coronavirus dejará tras de sí una colosal deuda pública, y probablemente también una deuda privada. Según Dembik, una cuarta parte del PIB mundial ya ha sido inyectada en la economía este año por los bancos centrales y los gobiernos.
En el caso de los países desarrollados, la situación es más bien favorable al endeudamiento, con tasas muy bajas o incluso negativas, pero los países emergentes se encuentran en una situación mucho más difícil. Argentina y Líbano se encontraron rápidamente en cesación de pagos.
La acumulación de deuda y el riesgo de quiebras también plantean interrogantes para el sector financiero, que fue en donde se originó la anterior gran crisis mundial de 2007 y 2008.
Por el momento, sin embargo, el ambiente sigue siendo bueno, particularmente en Wall Street, donde el índice del Nasdaq alcanza niveles históricos, una “desconexión” que preocupa al FMI y a muchos expertos.