¿Cuáles son las lecciones que podemos aprender de esta pandemia y consecuente crisis económica? Que no podemos hacer las cosas bien. Que llamarnos Macondo más que la Singapur de las Américas se ajusta mas a nuestra realidad social.
No podemos ser Singapur pues no nos interesa imitar a los singapurenses. Es decir, preferimos ser lo que somos y andar, así como andamos antes que cambiar nuestra manera de ser, nuestra idiosincrasia del juega vivo para ser algo mejor. Somos como la familia de Peppa Pig.
Nos gustar jugar y saltar en el charco de la inmundicia. Y lo demostramos a cada rato, la pandemia es apenas otro capítulo de una prolongada historia nacional. Somos los borrachos de la economía global. No llegaremos nunca hacia los destinos trazados pues vivimos intoxicados.
Nuestro andar esta trastocado por tantos traspiés. Y la culpa no es del gobierno, sale de las entrañas de la misma población que le traslada la responsabilidad de una discapacidad para ser mejores. La culpa es colectiva porque solo así se justifica la preferencia de unos corruptos sobre otros para regir los destinos de la nación. El que roba inteligentemente es mejor.
Cultivamos la ignorancia y la vez apostamos a un mejor país. En mi juventud me llene de idealismo. Lloré conociendo la historia de Panamá y los Estados Unidos y la imposición de un enclave territorial. Me esperancé que al asumir la recuperación el Canal y del territorio aledaño vendrían días de prosperidad y justicia social para todos.
Ahora comprendo que el país no necesita de sus mejores hijos. Se conforma con los tarados, estúpidos, malandrines y otras especies exóticas que al parecer solo se reproducen en los climas tropicales. Yo ya colgué los guantes y reconozco que mi generación no logrará ver los días de prosperidad y justicia social para todos a pesar de seguir creyendo que nuestro país está condenado al éxito.
Un éxito que se atrasa cada vez más por la responsabilidad colectiva de todos los panameños. Seguimos teniendo fe en el realismo mágico. Lloverán mariposas en Macondo