Una marea humana, nunca vista en el país en una protesta, llegó a la plaza de la catedral, en el centro de la capital, constató un periodista de la AFP.
Una multitudinaria manifestación congregó el sábado a decenas de miles de personas en las calles de Port-Louis, capital de Mauricio, para denunciar la gestión del gobierno de la marea negra que devastó costa suroeste de la isla en agosto.
Una marea humana, nunca vista en el país en una protesta, llegó a la plaza de la catedral, en el centro de la capital, constató un periodista de la AFP.
Los manifestantes, la mayoría vestidos de negro para recordar la devastación por la fuga de combustible, comenzaron a caminar para expresar su descontento frente a las graves consecuencias ecológicas y económicas.
El barco japonés “MV Wakashio” quedó encallado el 25 de julio en un arrecife en la Punta de Esny, al sureste de la isla. El pecio se partió en dos tres semanas más tarde, luego de que se sacara rápidamente parte del carburante que contenía.
El barco dejó escapar al menos 1.000 toneladas de combustible que contaminaron las costas, especialmente lugares protegidos donde hay especies amenazadas, así como las aguas cristalinas que atraían a muchos turistas antes de la pandemia del coronavirus.
Muchos habitantes de la isla consideran que el gobierno del primer ministro Pravind Jugnauth tardó mucho en darse cuenta de la magnitud de la catástrofe y demoró en aplicar las medidas para extraer las 3.800 toneladas de combustible y 200 toneladas de gasóleo que contenía el barco.
Ondeando banderas del país, los manifestantes pidieron el sábado la renuncia del primer ministro.
“La Isla Mauricio, paraíso para turistas. Infierno para los mauricianos”, se leía en algunas pancartas.
Este archipiélago del océano Índico, con 1,3 millones de habitantes, depende de sus aguas para su seguridad alimentaria, basada en la pesca, y para el ecoturismo, ya que cuenta con algunos de los más bellos arrecifes coralinos del mundo.