Herido y abandonado a su suerte, un hombre que buscó auxilio a través de un agente de la Policía Nacional (PN), para que lo socorriera tras haber recibido un impacto de bala en el glúteo, lo mandó en taxi al Hospital y sin mayor remedio, tuvo que irse antes de desangrase
Se levantó temprano para disfrutar del tocino, pan cake y café caliente que le habían preparado para rendir honor al día de descanso, tomó el periódico para leer las noticias, con algo de sorpresa leyó que se había reforzado la seguridad en cada esquina de su amada provincia para disminuir los índices de violencia que desde un tiempo, que se han desatado producto de la ruptura matrimonial de alguna pandilla colonense.
Avanzó la mañana, y las calles empiezan a revivir del letargo mañanero producto de las elecciones que organiza la Junta Local de Villa del Caribe, gritos que pregonaban la mejor propuesta y no hizo falta la vecina que le llevara las últimas del conteo.
Albert Maytland, recordó que debía realizar algunos mandados para aprovechar la mañana, pensó en el calor que azotaba la casa, en la canasta básica, en lo difícil que se ha tornado encontrar un trabajo, y en comprar los billetes de la lotería – para ver si salía de la pobreza- decidió levantarse, pero los pensamientos se convirtieron en deseos.
En un abrir y cerrar de ojos, y sin imaginarse que la ira de una persona desconocida, desde la Junta Comunal que para cosas del destino, se encuentra cerca del cuartel, logró materializarse con un disparo al aire, y le impacta su glúteo izquierdo.
Aún sin lograr culpar a Dios, al diablo, a la vida, la suerte o al gobierno, Maytland no encuentra una ambulancia que lo socorra, pero logra caminar hasta el Cuartel, busca a un agente de la Policía Nacional (PN), a quien le explica lo ocurrido y pide socorro.
Bajo la inclemencia del sol, que se resiste a darle tregua al invierno, con el sudor que le corre por la frente, Maytland no logra saber si es producto del susto, del tiempo o de la sorpresa que le causó saber que, el agente que pudo ser su garantía para llegar sano al hospital solo le colaborará con detener un taxi, y no conforme con su racha- con todo y policía- tuvo que hacer 5 intentos, hasta que un sexto conductor se conduele y acepta llevarlo.
Allí quedó, abandonado a su suerte, rogando a Dios no desangrarse-o lo que es peor- que el taxista no se arrepintiera a medio camino y lo obligara a bajarse por dejar su sangre tatuada en el sillón trasero del Nissan Sentra, Albert, con todo lo ocurrido espera que llegar al hospital mas cercano y ser atendido.