En circunstancias normales, San Nicolás, un hombre barbudo acompañado por un demonio y un ángel, hubiera llamado a los niños de la República Checa para entregarles regalos a cambio de una canción o un poema.
La tradición navideña se impuso el sábado en Praga a pesar del covid-19, con un San Nicolás que cumplió con las medidas de distancia física de manera ingeniosa y entregó regalos a los niños a través de las ventanas de sus vehículos.
En circunstancias normales, San Nicolás, un hombre barbudo acompañado por un demonio y un ángel, hubiera llamado a los niños de la República Checa para entregarles regalos a cambio de una canción o un poema.
Pero este año, con las medidas anticoronavirus que ensombrecen las celebraciones en todo el mundo, la compañía de circo Cirk La Putyka, con sede en Praga, optó por una ingeniosa solución: un servicio de entrega sin necesidad de que las personas bajen de sus vehículos.
“En los últimos nueve meses hemos estado buscando diferentes maneras de llegar al público”, explicó a la AFP el director de la compañía Rosta Novak.
“Esto es simplemente otra manera de hacerlo en un momento en el que los teatros no pueden abrir y las bandas no pueden actuar”, añadió.
En línea con la tradición, los coches primero condujeron hasta el “infierno” con demonios realizando acrobacias y espectáculos de fuego.
Después, se dirigieron al “cielo”, con ángeles y finalmente con el propio San Nicolás.
Los niños recibieron los regalos en la parada final. Muchos de ellos sacaban la cabeza por la ventanilla para disfrutar mejor de la experiencia.
Esta tradición se remonta a la Edad Media y el día de San Nicolás es celebrado en numerosos países.
Nacido en Turquía alrededor del año 280, San Nicolás, santo patrón de marineros, comerciantes, peregrinos y niños, repartió a los pobres una parte de las propiedades de sus acaudalados padres tras la muerte de estos.