Durante esta época de confinamiento, es importante dejar que los niños salten, jueguen y realicen actividad física para descargar emociones, explicó la especialista Thelma Lasso Sánchez.
A pesar del encierro de las familias en sus hogares, en atención a las recomendaciones del Ministerio de Salud para evitar la propagación del coronavirus, los niños y niñas menores de cinco años necesitan “nutrirse, estar protegidos y estimulados”, para que su cerebro se vaya activando correctamente, porque en esos primeros años se sientan las bases de todo su desarrollo.
Así lo dio a conocer Thelma Lasso Sánchez, del Programa de Autismo del Instituto Panameño de Habilitación Especial (IPHE), al ser consultada, respecto a las afectaciones que puede ocasionar en los menores de cinco años el encierro en sus hogares, sin poder salir a las áreas de recreación a realizar actividad física, asistir a sus escuelas o centros de atención, o interactuar con otras personas, a excepción de sus padres.
“Si esos tres aspectos no son revisados adecuadamente, estamos hablando de niños y niñas que se van a estar desarrollando a nivel cerebral, de una manera deficiente”, argumentó la especialista de la psicología, y enfatizó sobre la importancia de instruir a los padres para que estén claros en cómo se pueden aportar diferentes tipos de conexiones para que el cerebro de los niños, en su primera infancia, sea estimulado de la forma más adecuada.
Dijo que los padres o cuidadores de los menores deben tener claro que es necesario brindar la atención de los niños, porque necesitan estimularles todas sus áreas a través de una adecuada comunicación por intermedio del juego, y que es importante estar atentos a cómo se está desarrollando todo este aspecto en cada uno de los chicos que son su responsabilidad.
Explicó que todas estas estimulaciones que se le dan al niño, contribuyen muy positivamente para que sus conexiones neuronales puedan madurar adecuadamente. “Allí nos damos cuenta que no solamente es lo innato, lo que trae el niño de su nacimiento, sino también lo que va adquiriendo a través de toda la estimulación externa que los adultos responsables de este niño le puedan brindar”, recalcó la especialista.
Lasso detalló que con 10 meses de confinamiento, “las cosas han variado, porque ahora los padres están conviviendo con sus niños 24 horas, día tras día, semana tras semana bajo un mismo techo, por ende, esa protección, estimulación y nutrición no la van a estar recibiendo como anteriormente lo hacían cuando asistían a sus escuelas u otros centros y tenían contactos con otros familiares, por lo que se debe procurar en lo posible, que los niños no sientan el encierro y hablarles de porqué no pueden salir, para que no sientan que están castigados”.
Recomendó a los padres tener mucha paciencia con sus hijos, ser empáticos y que, como adultos, hay que trabajar mucho en todo lo relacionado con el miedo, la ansiedad, la zozobra y la incertidumbre para no proyectarlas a ellos.
Señaló que “todo este tema del confinamiento ha traído el desarrollo de emociones negativas y algo muy sobresaliente, la soledad. Tanto los adultos como los niños pueden sentir soledad, porque hemos tenido tantas pérdidas, trabajo o solvencia económica, pueden sentir que no se come lo de antes. Se ha perdido salud, la movilidad, ya no tenemos la misma libertad de antes. Nos tuvimos que adaptar a la nueva modalidad de estudiar, con plataformas digitales”.
Indicó la especialista que, “en paralelo, hay emociones positivas. Hay que identificar lo que cada uno siente, asumir y aceptar que las emociones son reacciones normales y es legítimo sentirse con miedo como lo es con esperanza. hay que gestionar lo que causa la situación de tristeza o alegría, porque al identificarlas se trabaja en cómo sentirse mejor”.
Entre las señales para que los padres puedan identificar que el confinamiento está afectando a los niños menores de cinco años, mencionó que les cuesta dormir, otros desarrollan tics nerviosos y miedos, sin embargo, aclaró, que estos, siempre y cuando, no estuvieran presentes antes del confinamiento.
Comentó que hay niños que se sienten muy irritables, otros que ya controlan sus esfínteres y ahora no lo hacen, la micción nocturna, no quieren comer solos y le tienen miedo a la oscuridad.
Como recomendación, citó, entre otros aspectos, “es importante hablar con amor a los niños de todos esos miedos, tenerles paciencia, darles la tranquilidad de que cuentan con sus padres y de que van a estar para ellos, demostrarles que hay que tener esperanza y que más adelante van a volver a jugar con sus amigos”.
Un aspecto importante de los padres a tomar en cuenta, “es conservar las rutinas que se tenían antes”. Despertarse, asearse, aunque dijo que se puede ser más flexible a la hora de despertarse y dormir, es necesario mantenerlas. Y que los padres deben recordar siempre, que la habitación solamente se usa para dormir y no para ver televisión, la que no debe estar en las alcobas.
Finalmente, ilustró que, “para descargar emociones, es importante, en la medida en que se pueda, dejarlos saltar en los patios, realizar actividad física para que el descanso pueda ser más conciliador”.