Jesús es la principal vacuna” para este mundo de desesperanza”, reflexionó en su homilía, monseñor José Domingo Ulloa.
La Jornada Mundial del Enfermo,en su versión No.29, en memoria litúrgica de la bienaventurada virgen María de Lourdes, se llevó a cabo ayer 11 de febrero. En su mensaje, el papa Fransciso llamó la atención hacia las personas enfermas como a aquellas que los cuidan.
En particular, el Pontífice hizo alusión particular, en quienes “sufren en todo el mundo los efectos de la pandemia del coronavirus”, principalmente a los más pobres y marginados, “les expreso mi cercanía espiritual, al mismo tiempo que les aseguro la solicitud y el afecto de la Iglesia”.
El Santo Padre manifiestó que el tema de esta Jornada está inspirado en el pasaje evangélico en el que Jesús critica la hipocresía de quienes dicen, pero no hacen (cf. Mt 23,1-12).
“La enfermedad siempre tiene un rostro, incluso más de uno: tiene el rostro de cada enfermo y enferma, también de quienes se sienten ignorados, excluidos, víctimas de injusticias sociales que niegan sus derechos fundamentales (cf. Carta enc. Fratelli tutti, 22)”, destacó el papa Francisco.
A su vez, el sumo pontífice expresó, por un lado, que la pandemia actual ha sacado a la luz numerosas insuficiencias de los sistemas sanitarios y carencias en la atención de las personas enfermas, y, por otra parte, que los ancianos, los más débiles y vulnerables no siempre tienen garantizado el acceso a los tratamientos, y no siempre es de manera equitativa.
“Cuando la fe se limita a ejercicios verbales estériles, sin involucrarse en la historia y las necesidades del prójimo, la coherencia entre el credo profesado y la vida real se debilita. El riesgo es grave; por este motivo, Jesús usa expresiones fuertes, para advertirnos del peligro de caer en la idolatría de nosotros mismos”, explicó. Afirmó: “Uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos”. (v. 8).
Monseñor José Domingo Ulloa, en su homilía del domingo 7 de febrero, hizo referencia a la jornada y al mensaje del papa Francisco, y a las distintas situaciones que afectan a quienes sufren, por esta pandemia y la necesidad de fortalecer nuestra fe apoyados en el Espíritu Santo.
Dijo, asimismo, que “Jesús es la principal vacuna” para este mundo de desesperanza. Y que, además, “es la vacuna que nos cura el egoísmo, la tristeza y la enfermedad. Esta vacuna nos puede curar de todos los males, porque Jesús vivió el sufrimiento, el dolor y la muerte”