Allá, por los lejanos días de 1921, Coto era un corregimiento del distrito de Alanje, el cual comprendía además los corregimientos de Divalá y Progreso.
“La superficie de la bellísima e inmensamente fértil región que nos invita Costa Rica con grande insistencia a que perdamos, y que se halla comprendida entre la línea del laudo y la que nuestra vecina nos propone, es de unas 220,000 hectáreas en números redondos.
Admirablemente situada como está, al pie de la alta cordillera de los Andes, regada por magnífica red fluvial, compuesta por los ríos Yorquín, Uren, Lari, Coen, y Tarire, Tiliri o Sixaola, de que son tributarios, teniendo a un paso la mejor bahía que forma el mar de las Antillas, la de Almirante, con ganadería y terrenos adecuados al cultivo del café, del caucho, la zarzaparrilla y otras mil plantas de frutos comestibles o medicinales, con excelentes maderas de construcción y ebanistería, su valor actual y futuro e incalculable.
Precisamente porque es muy bueno y valioso el hermosísimo Valle de Talamanca es por lo que le cuesta tanto trabajo a nuestra vecina convenir el que le quede a Panamá, a pesar de los sentimientos de fraternidad y solidaridad americana que nunca faltan en estos casos”.
Así lo describía el Dr. Abel Bravo, el 26 de febrero de 1905
Por su parte, mi vecino, don Teodosio Rodríguez, lo describió, en estos términos, el 10 de diciembre de 1966:
“El Creador ha sido pródigo al derramar sus dones sobre la tierra chiricana. Desde la majestuosa cumbre del Barú y las altas crestas de la Divisoria Continental hasta las arenosas playas del Pacífico, extiende el trópico su belleza multicolor que sirve de adecuado marco al espíritu de laboriosidad de sus habitantes.
Allá, por los lejanos días de 1921, Coto era un corregimiento del distrito de Alanje, el cual comprendía además los corregimientos de Divalá y Progreso. Este último se extendía hasta el mar y alcanzaba Punta Burica, abarcando Estero Rico, Majagual, Corredor, San Bartolo, Rabo de Puerco, sitio éste sobre el cual se alza hoy la progresista ciudad de Puerto Armuelles; seguían Guanábano, Charco Azul, Las Mellizas, Yerbazales, Puerto Limón y Puerto Balzas. Todos esos lugares eran bien conocidos por nosotros.
En esa dilatada vista se podía apreciar el incipiente desarrollo de la producción agropecuaria que ha colocado a Chiriquí en el primer lugar, en ese aspecto, dentro del cuadro de la economía nacional.
Las plantaciones de granos y verduras alternaban con grandes extensiones cultivadas de caña de azúcar, los árboles frutales y las palmeras, cuyos penachos indicaban al viajero la proximidad de los pueblos. La selva que cubría la parte superior de la costa era refugio de una gran variedad de animales que proporcionaban caza abundante.
El conejo pintado, la perdiz, el ciervo, diversas variedades de monos, saíno, puerco de monte y el tapir o “macho de monte” poblaban la densa selva. De cuando en cuando los grandes merodeadores de la selva americana, el jaguar y el puma, hacían sentir su ominosa presencia en esas lóbregas montañas”.
Referencia: Revista Lotería. Número 82 de septiembre de 1962 y, Número 269 de julio de 1978.