Los manifestantes, que portaban en muchos casos máscaras de gas, cascos y escudos improvisados, armaron barricadas en las callejuelas aledañas.
La policía birmana disparó balas de goma y detuvo a más manifestantes este sábado en Rangún para dispersar nuevas protestas a favor del regreso de la democracia, al día siguiente de la dramática ruptura con la junta militar que tomó el poder por parte del enviado del país ante la ONU.
El país se ha visto sacudido por una ola de protestas a favor de la democracia desde el golpe militar que derrocó a la dirigente civil Aung San Suu Kyi el 1 de febrero. Las autoridades aumentaron gradualmente el uso de la fuerza para dispersarlos, con gases lacrimógenos, cañones de agua, balas de goma y, en ocasiones, munición real.
El sábado en Rangún, la policía utilizó balas de goma para dispersar una manifestación en el cruce de Myaynigone, escenario de un gran enfrentamiento el día anterior.
“Qué está haciendo la policía? Protegiendo a un dictador loco”, vociferaron los manifestantes. Cientos de miembros de la etnia Mon se reunieron para conmemorar su fiesta nacional, a los que se unieron otros grupos étnicos que protestaban contra el golpe de Estado.
Los manifestantes, que portaban en muchos casos máscaras de gas, cascos y escudos improvisados, armaron barricadas en las callejuelas aledañas. Los reporteros locales transmitieron escenas caóticas en vivo a través de Facebook, incluyendo los momentos en que sonaron los disparos.
Al menos 20 personas fueron detenidas, entre ellos tres periodistas: un fotógrafo de la agencia estadounidense Associated Press, un camarógrafo y un fotógrafo, estos últimos miembros de dos agencias birmanas, Myanmar Now y Myanmar Pressphoto, respectivamente.
“Vamos a tratar de encontrar otra forma de protestar, por supuesto que tenemos miedo de su represión”, dijo Moe Moe, un manifestante de 23 años, usando un seudónimo. “Queremos luchar hasta que ganemos”.
– “Esta revolución debe ganar” –
En el cercano cruce de caminos de Hledan, se lanzaron varias granadas cegadoras, según reporteros de la AFP, y una fuente policial dijo que más de 140 personas fueron arrestadas.
Otra protesta cerca de un centro comercial en Tamwe Township también fue interrumpida por la policía.
El día anterior, el embajador de Birmania ante la ONU, Kyaw Moe Tun, pidió con una voz conmovedora “poner fin al golpe militar”, en el momento en el que la policía dispersó a los manifestantes en tres ciudades importantes del país. Alrededor de 100 personas fueron arrestadas el viernes, incluidas 31 en Rangún.
“Necesitamos la acción enérgica de la comunidad internacional para poner fin inmediatamente al golpe de Estado militar, terminar con la opresión de la gente inocente y devolver el poder del estado al pueblo”, declaró Kyaw Moe Tun durante una sesión especial de la Asamblea General dedicada a Birmania.
En unas pocas frases en birmano, pidió a sus “hermanos y hermanas” que continuaran la lucha contra la junta. “Esta revolución debe ganar”, lanzó con tres dedos levantados, el gesto de unión de los manifestantes, al término de su discurso, que duró doce minutos y fue muy aplaudido.
El último caso de un embajador que se pronunció contra sus autoridades en la ONU data del 2011 cuando el representante libio se opuso al dictador Muamar Gadafi, en medio de la revuelta libia.
“Mostraremos a los militares (birmanos) que sus acciones tendrán consecuencias”, advirtió Linda Thomas-Greenfield, embajadora de Estados Unidos ante la ONU.
A través de una enlace de video, la emisaria de la ONU para Birmania, Christine Schraner Burgener, instó a los 193 miembros de la Asamblea General a “enviar colectivamente una señal clara a favor de la democracia en Birmania”.
– Audiencia el lunes –
Para justificar el golpe de Estado, los militares invocaron fraudes en las elecciones generales de noviembre, las segundas desde la disolución de la junta en 2011 y que fueron ganadas por un importante margen por el partido de Aung San Suu Kiy.
Suu Kyi, premio Nobel de la paz en 1991, no ha sido vista en público desde su arresto domiciliario en la capital Naipyidó en el momento del golpe. Fue acusada de importar ilegalmente walkies-talkies y luego de violar las restricciones del coronavirus.
A pesar de varios pedidos, su abogado Khin Maung Zaw no podrá ver a su cliente hasta una audiencia fijada el lunes.