La ubicación de los shows no se difunde -los organizadores quieren evitar grandes multitudes por razones de distanciamiento social- pero la serie de conciertos, que empezó en el invierno boreal, seguirá hasta la primavera.
Luego de un año que vio las luces de las salas de conciertos apagarse y los escenarios mudarse al mundo virtual, una vitrina vacía en Nueva York ofrece un rayo de esperanza para artistas y públicos ansiosos de escuchar música en vivo.
Músicos de todos los géneros están realizando conciertos improvisados para transeúntes afortunados en el Upper West Side de Manhattan: en una mañana reciente las notas de Beethoven y Debussy harmonizaban con la banda sonora de una ciudad normalmente dominada por bocinas, trabajos de calle y los arrullos de las palomas.
Fue la primera vez en un año que el chelista Michael Katz pudo tocar con un acompañamiento de piano; Spencer Myer tocó en un blanco piano Steinway, una experiencia, dijo, que músicos en todo el mundo “ansiaban”.
Quizás más importante es que las “Musical Storefronts” o “Vitrinas Musicales” son una oportunidad para interactuar con un público, aún si son un puñado y los ven a través del vidrio desde la acera y no sentados en gran número en alguna de las famosas salas de concierto de la ciudad.
“Realmente necesitamos una relación recíproca”, dice Katz. “Poder traer la música a la gente como hicimos hoy es algo realmente único y especial”.
La ubicación de los shows no se difunde -los organizadores quieren evitar grandes multitudes por razones de distanciamiento social- pero la serie de conciertos, que empezó en el invierno boreal, seguirá hasta la primavera, por lo que uno puede verse sorprendido por el espectáculo andando por la calle.
Corredores con perros, padres empujando cochecitos y neoyorquinos mayores en una caminata vespertina: todos detenidos en la acera para escuchar el programa, que también incluyó algo de Mendelssohn y Boulanger.
“Tratamos de tener un poco de todo (…) desde músicos clásicos a artistas de Broadway, jazz; hemos tenido improvisadores experimentales”, dice Kate Sheeran, que dirige el Kaufman Music Center, artífice de la iniciativa.
Además de entretener, el proyecto apunta a “mostrar realmente el motor artístico de Nueva York y hacer visible el hecho de que los artistas necesitan empleo y este asunto requiere atención”.
– Agua, comida y música –
La principal ciudad de Estados Unidos cayó presa de la rápida propagación de covid-19 hace más de un año, con más de 30.000 residentes fallecidos y muchos más que han visto sus vidas trastocadas.
Entre los más golpeados están los músicos, que debieron limitarse a conciertos virtuales y clases en línea, mientras la pandemia obligaba a cancelar giras y cerrar auditorios, algunos para siempre.
“Nuestra industria ha sido realmente devastada, especialmente los artistas de escena, sus vidas han sido duramente impactadas”, dijo Sheeran a la AFP.
Los conciertos desde las vitrinas, dice, pueden “poner el foco sobre eso, además de dar alegría tanto a los artistas como al público”.
La campaña de vacunación en Nueva York arrancó hace unos meses, y ya más de dos tercios de los adultos han recibido al menos una dosis. Entre los músicos ansiosos por volver pronto al escenario se respira optimismo.
“Una de las lecciones de la pandemia es simplemente cuánto apetito y necesidad tiene la gente por la música, el teatro, la danza y cualquier tipo de arte en vivo que puedas presenciar personalmente”, dice Katz.
“Es algo que la gente necesita, en la misma medida que necesitan agua y comida. No es solo entretenimiento, no es solo un commodity”.
Para Terry Lieberman, que se detuvo a escuchar el concierto, la iniciativa es un bálsamo frente a una pandemia que luce estancada, y un testimonio de la resiliencia de Nueva York.
“Nueva York siempre es así, siempre improvisan cuando pasa algo malo”, dice Lieberman detrás de su mascarilla floreada.
“Siempre se recuperan y vuelven; esto es simplemente maravilloso”.