Cada 23 de julio se conmemora el Día de las Ballenas y los Delfines para crear conciencia sobre su preservación. Estos mamíferos marinos durante su migración enfrentan muchos peligros que son causa de su mortalidad.
Con la finalidad de frenar la caza indiscriminada de las ballenas, la Comisión Ballenera Internacional (CBI), dedicada a la conservación de esa especie, estableció el 23 de julio, el Día Mundial contra la Caza de Ballenas, que hoy en día se le llama “Día Mundial de las Ballenas y los Delfines”, para crear conciencia del peligro en que se encuentran estos mamíferos marinos.
Panamá tiene una riqueza marina extraordinaria, por lo que tenemos el privilegio de deleitarnos con visitas y vistas hermosas. Nuestras cálidas aguas son propicias para que los cetáceos sientan los mares propicios para su apareamiento y alumbramiento, lo cual es un atractivo turístico para muchos visitantes.
Así lo anunció el ministerio de Ambiente: “Llegó julio y consigo una de las temporadas más esperadas por los turistas y amantes de la biodiversidad: El avistamiento de cetáceos. Inmensas ballenas jorobadas provenientes del Pacífico Sur migran a nuestras aguas tropicales a reproducirse y dar a luz a sus crías”.
Agregó que, “a lo largo de todo el año, se pueden ver comúnmente delfines residentes como los manchados y de nariz de botella en el Caribe y el Pacífico; además, la orca también puede ser avistada en ambas costas, pero estos avistamientos son menos comunes”.
El turismo de avistamiento realmente es una actividad que cautiva y va en crecimiento. “Panamá promueve la protección de la biodiversidad en sus archipiélagos y el turismo sostenible. La observación responsable de ballenas y delfines es crucial para la protección de estos mamíferos y, a la vez, es una oportunidad de turismo sostenible que genera beneficios directos para los operadores locales que realizan esta actividad como un negocio”, señaló el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
La Guía para el Avistamiento Responsable de Cetáceos de la Fundación Mar Viva, explica que las ballenas y los delfines son tranquilos, pero advierte que no debemos olvidar que son silvestres. Así que, si decidimos disfrutar del espectáculo que nos brindan en su paso por nuestras aguas, debemos asegurarnos de no molestarlos ni alterarlos.
Entre las recomendaciones que cita el documento para un avistamiento responsable se encuentran:
“-Mantenga una distancia de 100 metros cuando observe delfines, 250 metros cuando sean ballenas.
-La velocidad máxima de navegación cuando se observen cetáceos será de 4 nudos o 7 km. por hora, aunque se recomienda mantener la velocidad del animal más lento del grupo observado.
-Observarlos por no más de 30 minutos.
-Está totalmente prohibido interrumpir el curso de los cetáceos o dividirlos si andan en grupo. No se acerque al grupo de cetáceos en dirección contraria a su desplazamiento.
-Se debe evitar los cambios repentinos de velocidad y dirección.
-Las embarcaciones que se dediquen a esta actividad deberán usar protectores de hélice.
-Está prohibido lanzar el ancla mientras se realice avistamiento.
-Evite el contacto directo con los cetáceos incluyendo el nado y buceo.
-Durante el avistamiento no alimente a los cetáceos.
-Mantenga el motor en neutro si los cetáceos se aproximan al barco.
-Evite hacer ruido”.
Y, por supuesto, no está demás exhortar a que no apoyemos la caza indiscriminada de estas criaturas, que, para colmo, al peligro en que se encuentran a causa de nosotros los humanos, se le añade la contaminación y el cambio climático, entre otros.
El sitio Visit Centroamerica ha señalado: “Se estima que más de 2,000 ballenas jorobadas (Megaptera Novaeangliae), viajan desde la Antártida y desde Alaska a Panamá cada año. Es la migración más larga que realiza un mamífero; unos 10 mil kilómetros. Según los expertos, las ballenas llegan a estas aguas porque son cálidas, lo que las convierte en el lugar perfecto para que las madres y sus crías estén libres de depredadores”.
Disfrutemos del privilegio de ver las ballenas y delfines que sienten paz en nuestras aguas, de ese panorama tan divino, pero cuidándolas y actuando de manera responsable. No nos convirtamos en un depredador más, ni seamos parte de quienes apoyan su caza comercial.