La mujer invidente promueve el empoderamiento rural. Las mujeres que la acompañan son oriundas de la comarca Ngäbe-Buglé.
Jeny Lorena Jaramillo es la presidenta de la “Granja Las Delicias”, un pedazo de tierra de 1,500 metros cuadrados, ubicado en el corregimiento de Las Lajas en el distrito de San Félix en la provincia de Chiriquí, donde 11 mujeres rurales se calzan de botas, se arman de machete, azadón y rastrillo, para hacer lo que mejor saben: rascar la tierra y hacerla producir.
Apoyada de una vara que hace la función de bastón, Jeny de 47 años recorre el huerto indicado donde está sembrada cada cosa. No puede ver, pero sabe con exactitud cuando será la próxima cosecha.
“Aquí tenemos tomates, frijol de palo, pepino, culantro, maíz, guandú, mostaza y otras hortalizas, y cada tres meses estamos cosechando algún rubro de la lista que le acabo de mencionar”, subraya.
Hace dos años, la diabetes que padece le afectó su visión y desde entonces ha tenido que lidiar con una ceguera que no la ha detenido. A pesar de su discapacidad, dirige un grupo de mujeres capaces de producir su propia comida en plena pandemia.
Las mujeres que la acompañan son oriundas de la comarca Ngäbe-Buglé, que llegaron a Chiriquí en busca de mejores días y nuevas oportunidades.
Jeny y su grupo pertenecen al programa de Red de Oportunidades del Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) que brinda beneficios a 41 mil panameños, de los cuales el 90% o 40 mil 30 son mujeres rurales.
Estos proyectos están respaldados por el proyecto de Redes de Familia, que ha invertido en los últimos dos años 3.5 millones de balboas y que le han permitido a más de 25 mil panameños (as) de regiones apartadas realizar proyectos sostenibles.
En la provincia de Chiriquí existen 233 granjas agrícolas y en todo el país unas 5,556 que en pandemia son fuentes de comida, para pequeños agricultores que han visto en las parcelas una fuente de ingresos.
Estas granjas cuentan con el respaldo técnico de diferentes instituciones, entre ellas, el Ministerio de Desarrollo Agropecuario, que a través de técnicos brinda toda la asesoría que requieren para que las parcelas sean fértiles.
Un fortín de alimentos
En el 2020 cuando estalló la pandemia, “Granja Las Delicias” se convirtió en un fortín capaz de proveer a este grupo de mujeres lo más esencial para vivir: La comida. Aquí se cosecharon 650 libras de yuca, 132 libras de pepino, 3 mil 500 mazorcas, 100 libras de ají, 100 libras de frijoles, cinco (5) quintales de arroz, 20 libras de habichuelas, tomates, zanahorias, plátanos y otras variedades de productos.
“Aquí todas tenemos la oportunidad de progresar y construir un mejor futuro para todas. Si yo (una persona invidente) puede labrar la tierra y hacerla producir, todas pueden mejorar su forma en la que viven”, destacó Jeny.
Para la ministra del MIDES, María Inés Castillo, estos testimonios revelan la autonomía de la mujer en la economía rural y su papel protagónico como proveedoras de alimentos para sus grupos familiares.
Castillo destacó que estas trabajadoras han estado en la primera línea de respuesta a la pandemia, incluso cuando su trabajo doméstico y de cuidado no remunerado aumentó bajo las medidas de confinamiento.
En ese sentido, destacó que la Red de Familias es un semillero de oportunidades que ha generado cientos de proyectos sostenibles capaces de sustentar familias enteras.
Las palabras de la ministra coinciden con un informe de ONU Mujeres que indica que las féminas tienen impactos diferenciales de género asociados a la sobrecarga de funciones por el trabajo no remunerado (tareas del hogar, de apoyo a hijos e hijas en su educación, entre otras).
Negocios sostenibles
Jeny está convencida que los escollos que ha enfrentado en los últimos años le ha permitido incursionar en nuevos proyectos como la Granja Las Delicias, uno de esos emprendimientos que la enorgullece y que la hace sentir útil, donde ella y su compañeras caminan a sus anchas, demostrando que las mujeres son capaces de revolucionar la agricultura de subsistencia.
También es consciente que la transferencia monetaria de 150 balboas que reciben cada tres meses es una oportunidad para generar utilidades a su favor.
“No basta quedarnos con este dinero, necesitamos crear negocios sostenibles y esto lo estamos logrando con la producción de los cultivos”, indicó.
La Organización Internacional del Trabajo calcula que las mujeres de zonas rurales suponen una cuarta parte de la población mundial. Asimismo, las mujeres también representan el 41% de la fuerza de trabajo agrícola de todo el mundo, un porcentaje que aumenta hasta el 49% en los países de bajos ingresos.
Durante la pandemia las mujeres han asumido grandes retos. En Chiriquí, Jeny y su grupo han decidido que es hora de emprender, por eso se esmeran en preparar la tierra con abono orgánico porque saben que “Granja Las Delicias” es una tierra que aún tiene mucho que ofrecer.