La crispación ciudadana en Perú en torno a los comicios presidenciales del pasado 6 de junio se sintió tanto en las redes como en las calles de Lima, donde grupos ultraconservadores encontraron un espacio para exhibirse y captar adeptos.
Minoritarios, radicales, alientan el discurso de odio, invocan golpes de Estado, portan símbolos fascistas y reivindican tiempos del virreinato colonial: son los grupos de extrema derecha peruana que han irrumpido en la escena pública fruto de la tensión política en el país andino.
La crispación ciudadana en Perú en torno a los comicios presidenciales del pasado 6 de junio se sintió tanto en las redes como en las calles de Lima, donde grupos ultraconservadores encontraron un espacio para exhibirse y captar adeptos.
Ante la proclamación de Pedro Castillo como ganador del balotaje, estos colectivos participaron en las marchas para anular miles de votos bajo la narrativa sin sustento del “fraude” que denunció la excandidata derechista Keiko Fujimori.
Legitimados por partidos de la oposición que comparten narrativa, exigen ahora la vacancia del presidente, del partido marxista Perú Libre, a quien tachan de “comunista” y “terrorista”.
Lo hacen en ejercicio legítimo de su derecho de protesta, pero también con actos violentos y de hostigamiento, que incluyeron ataques a funcionarios al mando de las elecciones, periodistas y ministros de Estado.
Aunque estos grupos, aún reducidos, no son inéditos en el país, sí es una novedad su accionar a contracorriente de la tradicional tendencia “antimovimientista” de la derecha peruana, dijo a Efe el sociólogo Omar Coronel, docente de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).
NEXOS POLÍTICOS
Según Coronel, estos movimientos radicales, que se definen a favor de la patria, la libertad y la familia y en contra del “marxismo cultural”, nacen entre 2017 y 2019, con el apogeo del colectivo ultraconservador “Con mis hijos no te metas”, contrario a la implementación del enfoque de género en la educación pública peruana.
“En este contexto, además de estar replicando el discurso de (Jair) Bolsonaro, de Donald Trump y de otras derechas regionales, se vuelve seductora esta militancia de derecha alternativa, que lo que busca es ser homofóbica, racista y xenofóbica con orgullo”, afirmó el sociólogo.
En 2018 nace La Resistencia, uno de los grupos más visibles, con nexos políticos con el fujimorismo y el excandidato presidencial Rafael López Aliaga, promotor de un discurso radical sin complejos y a veces violento contra las mujeres y la comunidad LGTBI+.
En 2020, el colectivo participó de marchas contra las cuarentenas por el covid, pero su notoriedad creció con la derrota de Fujimori.
“GUERRA DEL MIEDO”
De La Resistencia escindieron dos versiones más radicales, Los Insurgentes y Los Combatientes, cuyos miembros promueven campañas de desinformación y se exhiben en redes con el saludo fascista y símbolos como la esvástica.
Con el triunfo del maestro rural, en el seno de estos colectivos “fascistoides” se desató una “guerra del miedo” que centró su agenda en impedir la llegada de los “comunistas” al poder, resumió a Efe la socióloga Carmen Rosa Balbi.
Para ellos, “Castillo es visto como la reencarnación del marxismo leninismo mariateguismo”, agregó la también docente de la PUCP, quien insistió en que una carga racista y clasista de “ese nivel de radicalización”, no se veía en Perú desde los años 1930.
La socióloga destacó el episodio del 14 de julio, cuando cientos de ciudadanos intentaron entrar a Palacio de Gobierno en una acción que emulaba el asalto al Capitolio de los Estados Unidos en enero pasado, por parte de los seguidores de Trump.
Balbi añadió que, luego de que los jurados electorales dejaran sin sustento el supuesto “fraude” y rechazaran todos los recursos legales del fujimorismo, el discurso radical se agudizó con la designación de los ministros del gabinete de Castillo, “que no dan la talla” y en su mayoría son del ala dura del partido marxista.
Por eso, Coronel auguró que estos grupos “van a seguir movilizándose”, aunque su desempeño a corto plazo va a depender “mucho” de lo que haga el actual Ejecutivo.
“Mientras más se modere el Gobierno, menos probabilidades va a haber que estas derechas tengan capacidad de articularse y, sobre todo, de ganar adeptos”, dijo, tras subrayar que esa “radicalidad es sobre todo una invitación a la juventud”.
ANTICOMUNISMO Y COLONIA
Jóvenes, pero con la mirada en el pasado, son los miembros de la Sociedad Patriotas del Perú, otro grupo extremista formado en 2018 y que desfila por la capital peruana con banderas de la Cruz de Borgoña, similares a las del movimiento carlista español.
El co-fundador Gustavo Mirano explicó a Efe que la exhibición de este símbolo “hispanista” responde a la misión de su grupo de promover una “visión integradora” de la historia peruana, que ensalce el periodo virreinal tanto como el incaico y el republicano.
“Es una exaltación no solamente de la Conquista, sino de todo ese tiempo en el que la monarquía universal hispánica integró al Perú como virreinato”, relató Mirano.
Para el activista ultraconservador, el único punto de unión entre su colectivo y otros grupos radicales es la “oposición al ascenso de un gobierno comunista” que quiere “deformar la Constitución actual desde un enfoque socialista”.