El presidente Donald Trump firmó un decreto que limita las posibilidades de negocios y viajes de estadounidenses a Cuba. Además se manifestó a favor del embargo y retomó las críticas contra el régimen de la isla. Todo desde el corazón del exilio cubano en Miami
El presidente Donald Trump anunció este viernes un giró en la política de Estados Unidos hacia Cuba que en los últimos dos años y medio experimentaban un histórico acercamiento.
En su visita al exilio cubano en Miami, el presidente estadounidense también prevé restringir los viajes de los estadounidenses a Cuba. Disidentes y activistas como Rosa María Payá y José “Antúnez” García Pérez, así como los veteranos de la invasión de la Bahía de Cochinos, llenaron el pequeño teatro Artime en la Pequeña Habana, con capacidad para 800 personas.
Uno de los mayores legados políticos del anterior presidente, Barack Obama, fue la apertura de las relaciones diplomáticas con La Habana en 2015, tras medio siglo de ruptura y desconfianza.
Desde entonces, Washington fue abriendo un incipiente flujo de intercambio comercial y permitió que los estadounidenses viajaran a Cuba, siempre que fuera dentro de 12 categorías (como el “intercambio cultural”, por ejemplo) que no incluyen el turismo.
De acuerdo con un funcionario de la Casa Blanca, que habló bajo condición de anonimato, la nueva política de Washington no pretende modificar aspectos fundamentales de la fase iniciada en 2014.
Sin embargo, se propone alejarse de medidas adoptadas por el gobierno de Obama “que enriquecen a personas de las Fuerzas Armadas y a los servicios de seguridad que juegan un papel central en la represión” en Cuba, señaló.
Además, Washington endurecerá las restricciones a los viajes de estadounidenses a Cuba.
Más de un cuarto de millón de estadounidenses visitó la isla en los primeros cinco meses de 2017, lo que representó un crecimiento de 145% frente a igual período de 2016, informó el miércoles un portal cubano citando fuentes oficiales.
Empresas aéreas y de cruceros hacia Cuba hicieron millonarias inversiones en los últimos dos años para prepararse al nuevo escenario bilateral, y aún resta por ver el impacto que las nuevas medidas tendrán en estos sectores.
Previendo un impacto negativo, el sector hotelero mostró su preocupación. “Llamamos al gobierno de Trump para que utilice el turismo como una herramienta estratégica para mejorar las relaciones con Cuba (…) en vez de retroceder a políticas del pasado”, expresó en una nota Arne Sorenson, presidente del grupo Marriott.
El lento proceso de aproximación entre Estados Unidos y La Habana ha tenido desde el primer día el apoyo entusiasta de otros sectores empresariales además del turismo, en especial los ligados a la agricultura y las telecomunicaciones.
La política estadounidense hacia Cuba utilizada durante medio siglo había impedido a empresas locales actuar en la isla, y ello permitió que numerosas firmas europeas lograsen contratos ventajosos.