El 13 de septiembre de 1591, don Pedro Montilla y Añasco fundó Santiago Apóstol de Alanje. 6 años antes que Portobelo y 29 años antes de la llegada de los peregrinos del Mayflower.
Cuando los cronistas se referían a Chiriquí, hablaban de La Chorcha, como una loma muy recia y en otros parajes, como una tierra pareja.
La primera característica que distingue a Alanje, es que, desde El Cruce de Tijeras, en Boquerón, la tierra desciende suavemente en una planicie, que se interrumpe solo en el Río Chico, antes de llegar a las playas del Pacífico.
El 13 de septiembre de 1591, don Pedro Montilla y Añasco fundó Santiago Apóstol de Alanje. 6 años antes que Portobelo y 29 años antes de la llegada de los peregrinos del Mayflower.
Al igual que Nuestra Señora de los Remedios, que había sido fundado en 1589, estas dos poblaciones que formaron parte del proceso de conquista y colonización, lograron cumplir esa misión y de su territorio nacieron los otros pueblos del Valle de la Luna.
La agricultura y la ganadería se han desarrollado desde los tiempos de la colonia. Los nombres de algunos pueblos han quedado como remanentes de las labores relacionadas con el arreo de ganado. Veladero de Alanje, Veladero de Chiriquí, Hato Volcán, Hato Viejo.
Esas tierras planas fueron factor decisivo para el proceso de mecanización de algunos cultivos. Yo pude ver al señor Pelle Cedeño en una parcela para obtener semilla de faragua, una de las primeras mejoras para los potreros. Cerca de la estación del ferrocarril, el señor Guillén sembró maní. El primer tractor y cosechadora Allis Chalmers los vi en arrozales, en este distrito.
El tabaco, producto originario de América, se cultiva desde antes de la llegada de los españoles. En Chumical se instaló la Tabacalera Nacional, bajo la dirección del señor Argirópoulos Demetrius. Después, cruzaron el río Chico para establecer sus galeras en La Pita y los campos de cultivo en La Pita Abajo. Esta vez, dirigía la empresa el señor Pedro Hernández. La Tabacalera Istmeña construyó sus galeras al lado de la estación de Alanje, con sus operaciones a cargo del señor Germán Quintero Herrera. Para esas décadas de 1950 y 1960, el salario era de $1.50 al día, para hombres, mujeres e incluía a menores de edad.
Desde el pueblo de Alanje salían diversos caminos de herradura que servían para llegar a los distintos campos de labranza y también a los potreros donde pastaba el ganado. Los caminos de herradura se convirtieron en carreteras de piedras y los campos de trabajo en lugares poblados.
El primer automóvil llegó al pueblo en 1910. Entre las personas que iban estaba el presidente, Dr. Carlos A. Mendoza, y el Dr. Belisario Porras. Este dato es parte de los apuntes que mantengo, como un tesoro, dictados por mi padre, el maestro Manuel Herrera Olmos, quien nació en el pueblo de Alanje, en 1904.
También tengo anotado lo siguiente:
Cito. “La Revista Tierra y Dos Mares” en su número 19 del año 1934, de las Hermanas Barraza, publicó mi trabajo sobre “La Creación de la Primera Escuela Pública del Cantón de Alanje”. Esta es una de las obras ordenadas por el Obispo Francisco de Luna Victoria y Castro, costeado con los fondos de la Iglesia, allá por el siglo XVIII”. Fin de la cita.
Esos eran tiempos en que gran parte de la tierra estaba en manos de la Iglesia. A esas tierras se les llama “manos muertas”. Al proceso mediante el cual esas propiedades pasaron de la Iglesia a los particulares se llamó Desamortización. Otro proceso importante ocurrió cuando se ordenó finalizar la esclavitud y se denominó Manumisión.
Uno de los potreros que tenía mi padrino Ambrosio Araúz estaba a la derecha del camino que sale de Alanje, pasa por la escuela y el estadio, y antes del Bajo de Chirigagua, se llamaba potrero de manos muertas. Ese nombre lo escuché en la década de 1960.
Por Alanje pasó el Dr. Belisario Porras, cuando llegó desde Nicaragua, para incorporarse a las filas del ejército liberal. Desde Alanje en adelante, montó a lomos de un caballo que le regaló el coronel Rosendo Herrera.
Fin de la primera parte.
Alanje, tierra pareja. Segunda parte.
En abril de 1916, durante la inauguración del Ferrocarril Nacional de Chiriquí, el Dr. Porras volvió a recorrer la ruta de Alanje, esta vez como presidente de la república y a bordo del caballo de hierro que él había mandado construir.
Esa obra marcó aún más la diferencia entre los pueblos que nacieron bajo el amparo de Nuestra Señora de los Remedios, en el Oriente Chiricano, con respecto al auge, impulso y desarrollo que significó el ferrocarril para la parte Occidental de la provincia de Chiriquí.