El presidente estadounidense Joe Biden dijo el jueves que confía en que el Congreso apruebe un gigantesco plan de gastos para la clase media que puede “cambiar la trayectoria” de Estados Unidos.
En un discurso en la Casa Blanca, Biden dijo que reconstruir la economía estadounidense tras los confinamientos provocados por el covid-19 es “una oportunidad para ser la nación que sabemos que podemos ser”.
Al defender unos 3,5 billones de dólares en gastos en servicios sociales, como educación, cuidado infantil y efectos de la crisis climática, Biden dijo que Estados Unidos “está en un punto de inflexión, uno de esos momentos en los que las decisiones que se toman pueden cambiar la trayectoria del país en los próximos años o décadas”.
Biden también abogó por una serie de aumentos de impuestos dirigidos a las corporaciones y los muy ricos, y dijo que las lagunas legales permiten que las entidades e individuos más ricos de terminen pagando casi ningún impuesto sobre la renta.
“No quiero castigar a nadie. Soy un capitalista … Todo lo que pido es que se pague la parte justa”, dijo. “Se trata de que los súper ricos finalmente comiencen a pagar lo que deben”.
El demócrata apuesta a este mensaje de equidad para cruzar la meta en el Congreso, donde su partido cuenta con una exigua mayoría frente a una oposición republicana que no muestra ningún deseo de acuerdo.
El plan e 3,5 billones de dólares se sumaría a un plan de gasto de aproximadamente un billón de dólares en infraestructuras, como carreteras y puentes, que los republicanos acordaron apoyar, un caso extremadamente raro de bipartidismo que Biden espera utilizar como prueba de su esfuerzo para unir al país.
Criticado en Estados Unidos y el extranjero por la caótoca retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán, donde puso fin a una guerra de 20 años perdida contra los talibanes, Biden busca centrarse en los asuntos internos y dar a los demócratas una importante victoria antes de las elecciones legislativas del próximo año.
Esa victoria también ayudaría a resucitar su propia presidencia, que después de un fuerte comienzo parece cada vez más empantanada por las consecuencias de Afganistán, una complicada recuperación económica tras el confinamiento que trajo la pandemia y un resurgimiento del coronavirus debido a la variante delta.
Con un índice de aprobación promedio de 46%, según FiveThirtyEight, Biden es uno de los presidentes más impopulares de la historia moderna en este punto del primer mandato, aunque esté muy por encima de donde estaba el republicano Donald Trump en el mismo periodo, con 38,8% de aprobación.
– Duras negociaciones –
Biden afirma que su plan inclinará la economía a favor del grueso de los estadounidenses después de años de creciente desigualdad y un desgaste de los servicios sociales básicos como la educación.
Como los demócratas no pueden perder un solo voto en el Senado, que está 50-50, y una Cámara de Representantes casi igual de reñida, la agenda de Biden pende de un hilo.
En su esfuerzo, el gobierno promocionó el jueves una carta de apoyo firmada por 15 premios Nobel de economía que dicen que su plan de gasto social promoverá “el éxito en el siglo XXI”.
Sin embargo, los republicanos no sólo se niegan a aceptar el paquete multimillonario, sino que perciben la posibilidad de asestar un duro golpe a la presidencia de Biden antes de las elecciones del año que viene.
Además, los republicanos amenazan con bloquear la aprobación de un aumento de la deuda nacional, lo que podría llevar al país a una crisis de financiación.