Panamá es un país de defensoras "invisibles" en los campos, dice activista

Panamá es un país de defensoras "invisibles" en los campos, dice activista
Captura de video que muestra a la defensora de derechos humanos, Eusebia Solís. EFE/Captura de video

Panamá, con 4,2 millones de habitantes, tiene una gran cantidad de mujeres “invisibles” en el mundo rural luchando por “una diversidad de causas” humanitarias, dijo en una entrevista con Efe la defensora de derechos humanos, Eusebia Solís.

La activista señaló que las “defensoras de los derechos humanos en Panamá son muchas”, y que “no es solo la visible, hay un montón de mujeres en los campos luchando por los ríos, contra las areneras, por el derecho al agua”, declaró Solís, a propósito de la conmemoración este lunes del Día Internacional de las Defensoras de Derechos Humanos.

Especificó que en el país centroamericano, donde no hay acoso sistemático y evidente hacia los activistas como en otros de la región, “hay una diversidad de luchas y de mujeres, sobre todo defiendo los territorios, que están en las comarcas indígenas luchando y defendiendo”.

“Ellas también son defensoras de los derechos humanos porque están defendiendo la vida, su territorio, que es lo que sostiene su vida”, agregó.

Solís, defensora afrodescendiente de los derechos de las mujeres con largo recorrido y psicóloga de profesión, milita en una organización feminista, Espacio Encuentro de Mujeres, una de las más activas de Panamá.

CÓMO LUCHAR CON ESCASA AYUDA

El principal reto de ser una defensora en Panamá es mantener “firme” las “convicciones” ante la falta de cooperación internacional que hay en el país, considerado como de “renta media”.

“El reto es mantener tu autonomía e independencia como defensora de los derechos humanos porque con pocos recursos es muy difícil ser autónoma”, explicó a Efe.

Debido a los “datos económicos del país, a organizaciones como en la que yo milito, no llegan muchos apoyos”, detalló.

“Mantener autonomía sin tocar la puerta del Estado, que luego puede captar tus opiniones es el gran reto. Mantenerte firme en tus convicciones, en tu autonomía para poder decir lo que haya que decir sin temor a las consecuencia de tener un subsidio con el Estado y te la puedan quitar”, señaló.

Solís recalcó que en Panamá “aparentemente” ser una defensora no tiene consecuencias, pero “sí ha sucedido a otras compañeras como Ligia Real, que tuvo que irse del país por defender una laguna en el tema ambiental”, o “Leitica Duarte, que fue judicializada por una hidroeléctrica”.

“Sabemos que aquellas defensoras que damos la cara, nos posicionamos políticamente en una causa, no pasamos desapercibidas por las agencias de seguridad del Estado, y cómo eso en tu vida cotidiana te puede afectar, como por ejemplo en el ámbito laboral”, aclaró.

Siente “por primera vez en su vida” que hoy “posicionarse en defensa de la vida de las mujeres y decir alto y claro lo que siento que está pasando, y la no acción o protección te puede pasar factura”.

“NADIE TOMA ESA DECISIÓN. TE CONVIERTES”

“Te vas convirtiendo en defensora paulatinamente. Uno no toma una decisión como esa”, dijo Solís, para quien no hay un punto de partida en el activismo.

“Te involucras en un movimiento, en mi caso en el feminismo, y a lo largo de los años te vas consolidando”, añadió.

Solís señaló que ser defensora “no es una decisión, sino una construcción en la militancia”, es tener “una creencia profunda que todas las personas, hombres y mujeres, binarias, independiente quienes sean y de su expresión de género tienen derecho a los derechos humanos. Esa convicción es lo que te convierte en una defensora”.

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