En enero de 2019, justo antes del inicio de las protestas, las llegadas desde China alcanzaron 5,5 millones, el más alto de la historia y una cifra impresionante dada la población de Hong Kong de 7,5 millones.
La ciudad, que llegó a tener algunos de los alquileres más caros del mundo, ha visto ese mercado colapsar.
Pero un poblado fronterizo aprovechó la oportunidad para impulsar su economía local.
Sheung Shui es la primera localidad al cruzar la frontera desde China y llegó a prosperar como el sitio donde se podían comprar bienes libres de impuestos para revenderlos en China, un proceso llamado comercio paralelo.
“La impresión que tiene la gente de Sheung Shui es de un lugar de comerciantes paralelos”, comentó Eugene Chan, una joven de 22 años, quien vive en esa comunidad desde su infancia.
Chan recuerda las aceras colmadas de personas llenando sus valijas de cosméticos, alimento para bebé o productos caseros para atender la demanda al otro lado de la frontera.
Pero todo eso se acabó con las grandes protestas seguidas de los cierres fronterizos pandémicos.
En enero de 2019, justo antes del inicio de las protestas, las llegadas desde China alcanzaron 5,5 millones, el más alto de la historia y una cifra impresionante dada la población de Hong Kong de 7,5 millones.
Dos años después, esa cifra cayó a menos de 3.000.
“Es una enorme caída de demanda”, dijo a AFP Simon Smith, director de investigación y consultoría en Savills, proveedor mundial de servicios inmobiliarios.
“Esa ola de compras centrada en artículos de lujo, relojes, joyería, artículos de diseñador, realmente impulsó los alquileres a los niveles más altos del mundo”, contó.
Los distritos de compra más populares de Hong Kong tenían “calles de oro”, donde los arriendos eran más caros que la Quinta Avenida de Nueva York.
Ahora, dice Smith, los alquileres han tenido una “corrección sustantiva”, y volvieron a los niveles de 2003, una baja de más de 75% desde el pico de 2013.
– Lado positivo –
Los analistas apuntan que se dio un giro hacia el consumo local, con algunos espacios ahora ocupados ahora por negocios de menor costo.
En un local grande del distrito Central de Hong Kong, que tiene algunos de los alquileres más caros del mundo, la marca de lujo MCM fue sustituida el año pasado por la cadena de ropa deportiva Decathlon, que pagó el local por 800.000 dólares hongkoneses (103.000 dólares) mensuales, 70% menos que antes, según medios locales.
Caídas similares se han registrado en el distrito Causeway Bay, también conocido por los alquileres caros.
En Sheung Shui, empresarios como Dream Law aprovecharon para iniciar negocios dirigidos al público local, en su caso una tienda de alimentos.
“Durante el boom (del turismo chino), 80% a 90% del comercio en el mercado de Sheung Shui se dirigía a los comerciantes paralelos”, detalló Law a AFP.
Con los alquileres caros, establecimientos locales como ferreterías, librerías y cines quedaron sin espacio, indicó.
“Era como si esta comunidad no nos perteneciera, y así fue durante años”, comentó.
Pero cuando golpeó la pandemia, Law vio una oportunidad en la baja de los alquileres y abrió BeWater Mart, que se enfoca en productos “made in Hong Kong”.
Su tienda, junto con un café y un estudio de cerámica, son parte de una ola de comercios que buscan atender la demanda local.
“Espero que la gente de Sheng Shui puedan volver a vivir y gastar su dinero aquí”, expresó Law.
– Futuro incierto –
Hong Kong siguió los pasos de China en adoptar una política estricta de cero covid, y ahora negocia para reanudar el intercambio de viajes de manera limitada.
Encuestas revelan que muchos hongkoneses están ansiosos de cruzar la frontera para hacer negocios, turismo o para volver a ver a sus familiares.
El gobierno de Hong Kong propuso una cuota de alrededor de mil personas diarias, lo cual no tendrá un “impacto significativo” en el aumento del nivel de compras turísticas a niveles previos a la pandemia, dijo Smith, de Savills.
Aun no está claro si el comercio minorista de Hong Kong volverá a su modelo dependiente de China o seguirá su propio camino.
Chan, residente de Sheung Shui, dijo que el cierre fronterizo fue una “pausa”, y ahora teme un regreso de los comerciantes paralelos.
Pero, entre tanto, ella se centra en disfrutar el presente.
“Finalmente logré que uno de mis amigos dijeron que quería venir a visitar Sheung Shui para probar un restaurante (..) es un cambio positivo”, dijo Chan.
“La atmósfera ya no es agobiante o intensa, y más bien se siente como una pequeña comunidad. Creo que todos respiran mejor”, agregó.