Salah Abdeslam, único superviviente de los comandos que provocaron 130 muertos en París y Saint Denis el 13 de noviembre de 2015 y principal acusado en el juicio por esa masacre, pidió perdón este viernes entre lágrimas a los familiares de las víctimas, al tiempo que reiteró que no ha matado a nadie.
En su último día de interrogatorio, respondiendo a su abogada, Abdeslam comenzó a llorar cuando la letrada le preguntó por su madre y dijo a las víctimas: “Por favor, detestadme con moderación”.
“Les presento mis condolencias y mis disculpas (…) Sé que tenemos diferencias, sé que un odio persiste entre ustedes y yo. Sé que no estaremos de acuerdo, pero les pido que me perdonen”, dijo, entre llantos, desde el banquillo de los acusados.
Abdeslam, que hace dos días reveló que le habían encargado detonar su cinturón de explosivos en un bar del distrito 18 de París, pero que desistió de hacerlo “por humanidad”, aseguró que su actitud pudo salvar “alguna vida”.
“No maté a nadie directamente. Puede que indirectamente matara”, reconoció el acusado ante un abogado de la acusación que le reprochó haber llevado a tres suicidas, que calificó de “bombas humanas”, al Estadio de Francia.
El presunto terrorista pidió ser juzgado por sus actos: “No quiero pagar por todo el mundo, por los que mataron en el Estadio de Francia, en el Bataclan o en las terrazas”.
Insistió en que fue incluido en los comandos del 13 de noviembre en el último momento y que siempre expresó sus dudas, pero que aceptó presionado por su hermano Brahim y por Abdelhamid Abaaoud, el cerebro de los atentados, por quienes, dijo, se sintió “utilizado”.
“Si mi hermano me hubiera dicho que iba a alquilar coches y llevar a gente que iba a cometer atentados no lo habría hecho”, señaló en referencia a los primeros encargos que recibió meses antes de la masacre.
Abdeslam consideró “injustas” las muertes de civiles inocentes, pero las comparó a las que las fuerzas francesas hicieron en Siria durante los ataques de la coalición contra el Estado Islámico.
Pese a ello, en contra de lo que dijo al inicio del juicio, cuando se consideró un soldado del EI, afirmó no ser “un combatiente aguerrido”, a diferencia de los otros miembros del comando, que habían pasado antes por Siria.
“No estoy destinado a matar. No es humano. Pero cuando se bombardea a inocentes es inhumano de ambos lados”, dijo.
Será la última vez que la voz de Abdeslam se escuche en el proceso, que tiene previsto durar hasta primeros de junio, aunque podrá hacer un alegato final antes de que quede visto para sentencia.
A lo largo de sus interrogatorios, en los que ha combinado confesiones con silencios, el principal acusado ha tratado de presentarse como un elemento secundario de los atentados que desconocía la envergadura de los mismos.
Además, ha tratado de destacar su renuncia a hacerse volar y ha narrado que desactivó el cinturón de explosivos antes de abandonarlo para evitar daños.
Una versión que han tratado de contrarrestar la Fiscalía y las acusaciones particulares, que han encontrado incoherencias en sus palabras, al tiempo que han dejado entrever que pedirán contra él una dura pena de cárcel.