Es necesario crear un ministerio, no importa el nombre asignado, que trabaje en beneficio de todos los que pagan impuestos todos los años, que no están pidiendo que se les regale nada.
El Gobierno panameño debe crear el Ministerio de Obras Inconclusas (MIOIN) para resolver todos los problemas y las obras no terminadas en las comunidades claman que desde hace años y que aún no les encuentran soluciones apropiadas.
Todos los días, las comunidades trancan calles para llamar la atención sobre sus requerimientos y las obras que se les prometieron durante las elecciones generales en el país. Con ello se perjudica el movimiento del transporte comercial de alimentos y otros artículos y también se afecta a miles de personas que necesitan el transporte público para ir a sus trabajos o a realizar distintas actividades vitales o familiares.
Se perturba a todo el mundo, pero parece que la indolencia prima sobre la búsqueda del bienestar común. Un ejemplo claro de la indiferencia es cuando se rompe una tubería de agua que el IDAAN tarda meses en reparar, a pesar de que se le informa a tiempo y deja a las comunidades sin agua por la dejadez de la institución.
¿Por qué se debe vivir en un estado de zozobra constante si realmente no es necesario? El Gobierno cuenta con un presupuesto anual que asigna como subsidio a diferentes programas en el país y también para resolver problemas que aquejan a la comunidad nacional.
Pero no cuenta con la voluntad de los funcionarios que deben trabajar para investigar y analizar las necesidades de las comunidades y con el MOIN podría hacerlo con la cooperación de las autoridades locales de cada provincia, para resolver, de la manera más rápida posible, los problemas comunitarios y encontrarles la solución adecuada.
No es justo que una gran cantidad de panameños tengan que vivir de forma inhumana por la falta de agua potable, sin carreteras adecuadas para comercializar los productos que a diario producen en sus tierras y otros problemas que se pueden resolver rápidamente si se les pone la atención debida.
Todos los panameños, ricos y pobres, tienen el derecho a tener una vida cónsona y contar con las infraestructuras necesarias para subsistirla al menos. Para las próximas elecciones presidenciales, los expertos asesores deberían aconsejar a los candidatos a no prometer obras y proyectos que no podrán cumplir y así acabar para siempre con la lacra de las eternas falsedades de los políticos cuando quieren ganar los comicios. Pero los habitantes también son culpables de estas situaciones, porque siempre creen las patrañas de los políticos avivatos (que sacan provecho personal mediante el engaño a otras personas).
Pero, al final, es necesario crear un ministerio, no importa el nombre asignado, que trabaje en beneficio de todos los que pagan impuestos todos los años, que no están pidiendo que se les regale nada. Panamá debe ser un país feliz, no solo alegre cuando se celebren carnavales o fiestas en el interior o en la capital. La alegría es efímera, pero la felicidad puede ser duradera.