Se debe analizar con mucha atención las actitudes que los candidatos muestran diariamente, y también escudriñar en la trayectoria de cada uno para tener una idea clara de su futuro decano.
La elección de un decano en la Facultad de Comunicación Social, de la Universidad de Panamá, es una tarea importante que tendrán los estudiantes, profesores y administrativos de la Universidad de Panamá el 6 de julio próximo. Los electores tendrán que sopesar los méritos y beligerancia de los candidatos en la formación de los estudiantes en esta facultad, que merece un destino mejor en esta época tan incierta.
Se necesita un decano que observe la trayectoria de los futuros comunicadores sociales en el campo profesional, sobre todo la de los periodistas, que diariamente dan mucho de qué hablar cuando emplean el idioma español. Por lo menos que nombren docentes que los puedan ayudar a corregir las groserías que se cometen contra la lengua materna.
El futuro decano debe coordinar las labores de los diferentes docentes de esta entidad educativa. No es cualquier profesor el que debe participar en este torneo tan trascendental, sobre todo para los estudiantes, que desean alcanzar una preparación adecuada que les permita competir en los diferentes campos de la comunicación social. Además, debe tener mucha experiencia y ser uno de los más antiguos en la institución y estar plenamente identificado con los objetivos organizacionales y tener una amplia capacidad y experiencia académica. Y se espera que no sea uno recién llegado amparado por un partido político y otros partidarios.
Además, es primordial que las autoridades universitarias indaguen con acuciosidad los índices académicos de los postulantes y su vida académica. Igualmente, se precisa que los aspirantes tengan otros aspectos, igualmente importantes, como serenidad, honestidad, eficacia, liderazgo y templanza, que son rasgos comunes de los académicos que luchan por este título.
Asimismo, un aspirante al decanato debe saber planificar y administrar, ya que los estudiantes deben contar con las condiciones óptimas necesarias para tener un rendimiento académico satisfactorio y, asimismo, deben proponer nuevas carreras, si es posible.
Por otro lado, debe contar con destrezas en relaciones humanas, tener iniciativa y creatividad, además aceptar otras ideas innovadoras que contribuyan al desarrollo académico de los educandos y de la facultad misma.
El profesor electo también debe ser la autoridad moral de la facultad, tener un espíritu emprendedor, actitud de liderazgo, ser promotor y defensor de la filosofía de la facultad y tener experiencia suficiente para guiar a los alumnos y la institución por el camino adecuado.
Todos esos requerimientos deben ser tomados en cuenta por los estudiantes, los verdaderos responsables de ese resultado, pues tienen el 30% de la ponderación de los votos. Así la facultad tendrá una dirección adecuada y no cualquier improvisado que se crea con el derecho a ganar un salario que no se merece y el cual busca afanosamente frente a cualquier obstáculo.
En este sentido, se debe analizar con mucha atención las actitudes que los candidatos muestran diariamente, y también escudriñar en la trayectoria de cada uno para tener una idea clara de su futuro decano. Y que, por favor, ninguno de los dos haya cometido el error de decir que son españoles dos personajes de la historia, uno italiano (Errico Malatesta) y el otro inglés (John Profumo).