Los rusos que hacen la guerra a Rusia, el caso de Yevhenii "Magadán"

Los rusos que hacen la guerra a Rusia, el caso de Yevhenii "Magadán"
Yevhenii, de 48 años, quien pese a ser ruso, lleva un uniforme ucraniano y es oficial de comunicaciones en el Batallón Materyk de Járkov, durante su regreso a Saltivka, el barrio más castigado de Járkov en una imagen tomada el 25 de junio de 2022. Foto, EFE/Orlando Barría.

La historia de Yevhenii no es inusual, especialmente entre personas que nacieron durante la época soviética. En Saltivka vivían muchas personas de la zona oriental de Rusia, a las que en tiempo de la Unión Soviética se les ofrecieron pisos en Járkov.

Cada persona en Ucrania tiene un recuerdo de la guerra que le rompe por dentro. A Yevhenii, un ruso que lucha con Ucrania, se le humedecen los ojos cuando repite las últimas palabras que le dijo por teléfono su padre: “Si te quedas en Járkov espero que nuestros soldados te encuentren y te maten”.

Yevhenii, de 48 años, no ha tenido ningún contacto más desde febrero con su padre, que vive en la ciudad rusa de Smolensk. También ha roto con la mayoría de sus amigos en Rusia. Otros, una minoría, lo comprenden.

“En Rusia muchos no creen lo que pasa aquí hasta que les envías una foto y, luego, algunos te contestan: ‘Sois vosotros disparándoos a vosotros mismos, son las tropas ucranianas bombardeando a los suyos'”, cuenta.

A Yevhenii le conocen por su apelativo, “Magadán”, por el lugar en el que nació, una ciudad rusa en el extremo oriental del país, con salida al mar de Ojotsk. Yevhenii, pese a ser ruso, lleva un uniforme ucraniano y es oficial de comunicaciones en el Batallón Materyk de Járkov.

LA DESTRUCCIÓN DE SALTIVKA

En Saltivka, el barrio más castigado de la ciudad, con la zona norte totalmente arrasada y abandonada, tanto su piso como el de su hija, de 25 años, resultaron completamente destruidos por los misiles. Sólo en esa zona vivían unas 100.000 personas.

“Rusia me ha liberado de mi piso”, dice con sarcasmo.

El bloque en el que se encontraba su vivienda está calcinado. En la entrada hay un cráter en el suelo por el impacto de un proyectil. Todo está cubierto de cristales rotos y basura.

Después de subir hasta la sexta planta y mostrarnos su vivienda, Yevhenii se queda un momento en silencio entre las paredes carbonizadas hasta el hormigón y no puede evitar llorar.

“He recordado mi vida aquí”, dice casi disculpándose sobre los 12 años que llamó hogar a ese apartamento en ruinas. Yevhenii vivió allí después de separarse.

“Nunca pensé que fueran a hacer esto. De hecho, me cuesta creerlo todavía. A veces parece que estoy en una pesadilla, que todo esto no es real”, relata.

Uno de sus vecinos, una persona muy mayor y con movilidad reducida, murió cuando atacaron el bloque. El fuego era tan intenso y la temperatura tan alta que nadie pudo rescatarlo.

Yevhenii lleva desde los 15 años en Járkov y considera a Ucrania su patria, aunque su pasaporte es ruso. Antes de la guerra era profesor en la Universidad de las Fuerzas Aéreas, situada en la ciudad. Se alistó en el mismo momento en que el Ejército ruso bombardeó su barrio el 24 de febrero.

“He pasado más de la mitad de mi vida en Ucrania, es mi patria y también tengo la nacionalidad”, explica.

BOMBARDEOS SOBRE ZONAS RUSOPARLANTES

La historia de Yevhenii no es inusual, especialmente entre personas que nacieron durante la época soviética. En Saltivka, explica, vivían muchas personas de la zona oriental de Rusia, a las que en tiempo de la Unión Soviética se les ofrecieron pisos en Járkov.

Yevhenii nos muestra el barrio en el que transcurrió gran parte de su vida, que ofrece un escenario de destrucción difícil de asimilar. Basura, cartones, ropa y juguetes abandonados entre edificios quemados, la mayoría con enormes agujeros debido al impacto de proyectiles.

La guardería y el colegio al que fue su hija están también arrasados, mordiscos de metralla cubren las paredes, todos los cristales están reventados.

Pero no sólo en Rusia mucha gente no cree que esto suceda en Ucrania, también en Europa hay quien niega que el Ejército ruso bombardee zonas civiles.

“Piensan eso porque están a salvo y no han visto a ancianos refugiándose en sótanos contra los ataques. Si en Europa sintieran lo que es que caiga un misil en tu barrio, todo lo que es capaz de destruir, no dirían eso”, relata.

“No entiendo qué quiere Rusia aquí”, agrega.

“En Járkov las personas que hablan ruso eran mayoría. Había muchísima gente que había nacido en Rusia o tenía familia en Rusia. Para nosotros lo principal es proteger nuestro hogar. Puedes nacer en Rusia, pero si te educas aquí, vives aquí, tienes amigos aquí, esta es tu casa”, afirma.

Yevhenii cuenta que en el barrio mucha gente tenía símbolos y banderas rusas en sus casas, hablaban ruso, veía a Rusia como un vecino amistoso, hasta que comenzó a bombardearles cada día, a veces cada hora.

“Rusia los liberó también de sus viviendas, de su barrio, de su vida pacífica”, dice.

Y esta es una de las tristes ironías de la invasión lanzada por el presidente ruso, Vladimir Putin: las áreas más afectadas por los ataques de sus fuerzas son, precisamente, aquellas en las que viven personas de habla rusa a las que afirma proteger.

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