Con una superficie total que supera los 60.000 metros cuadrados, los pabellones y salas de conferencias de la COP27 son la única zona de libre movimiento en Sharm el Sheij, tanto para congresistas como para activistas y periodistas.
La ciudad balneario de Sharm el Sheij, a orillas del mar Rojo, es uno de los principales destinos turísticos para extranjeros y egipcios adinerados. Pero durante las próximas dos semanas, la actividad quedará restringida a los eventos de la Cumbre del Clima COP27, dejando la urbe completamente desierta y blindada por las fuerzas de seguridad.
Decenas de policías apostados a cada pocos metros en la ciudad, ubicada en el sur de la península del Sinaí, aguardan el inicio de esta cumbre de Naciones Unidas, todo un reto para el anfitrión que ha elegido una urbe situada a casi 400 kilómetros de El Cairo, alejada del caos característico de la capital egipcia.
Una circunstancia que explica que Sharm el Sheij sea la ciudad escogida para eventos de alto nivel, como la Conferencia de las Partes del Convenio sobre Diversidad Biológica (COP14), en 2018, así como reuniones diplomáticas, la última más importante el pasado marzo entre el presidente egipcio, Abdelfatah al Sisi; el ex primer ministro israelì Naftali Benet y el presidente de Emiratos Árabes Unidos (EAU), Mohamed bin Zayed al Nahyan.
RECORRIDO ENCORSETADO
Con una superficie total que supera los 60.000 metros cuadrados, los pabellones y salas de conferencias de la COP27 son la única zona de libre movimiento en Sharm el Sheij, tanto para congresistas como para activistas y periodistas.
Fuera del congreso andar no es una alternativa debido a la kilométrica carretera que separa el centro de convenciones del resto de la ciudad, completamente ajena a uno de los mayores eventos internacionales que se han celebrado en el país árabe.
Incluso para acceder y salir de los hoteles, el Gobierno egipcio ha puesto a disposición de los participantes un amplio servicio puerta a puerta de autobuses gratuitos, cuyo uso requiere registro e identificación previa y que evita los lugares más céntricos y populares de la ciudad balneario.
LIMITACIONES PARA LOS RESIDENTES
El poco movimiento de transeúntes y vehículos privados por Sharm el Sheij, sumado al fuerte despliegue policial, han dejado inerte uno de los corazones turísticos de Egipto.
Unas semanas antes de la cumbre, la Dirección de Seguridad de la provincia del Sur del Sinaí emitió una serie de instrucciones para limitar el movimiento de los residentes de la ciudad durante la COP27 y evitar cualquier incidente que pueda manchar la imagen del país.
Una fuente de seguridad de alto rango de la provincia dijo a EFE que se ordenó a los ciudadanos no transitar por las carreteras que conducen a la zona de convenciones ni por los alrededores de los hoteles, abarrotados por asistentes y turistas.
Se ha establecido además el cierre de varias carreteras, ante la preocupación de las autoridades de que los locales participen en las protestas que tengan lugar durante el evento, según la fuente, que pidió el anonimato.
Asimismo, los propios trabajadores en los hoteles tienen prohibido abandonar sus casas fuera de las horas laborales durante la conferencia, especialmente los que residen en el popular barrio de Ruwaisat (oeste), mientras que todos los empleados tienen que ser sometidos diariamente a varios controles de seguridad e inspecciones.
Sin embargo, trabajadores del sector y residentes preguntados por EFE desmintieron tales medidas y afirmaron que “cuentan con total libertad” para desplazarse dentro y fuera de la localidad.
COP DE LA POLÉMICA
Esta cumbre ha estado salpicada de polémica mucho antes de empezar. Las restricciones de las protestas a un “espacio cívico” en la “zona verde” de la conferencia han provocado numerosas críticas por parte de la ONU, ONG y activistas, que han pedido a Egipto que asegure la participación de la sociedad civil.
Como resultado, algunos activistas, como la popular Greta Thunberg, han optado por boicotear esta conferencia.
El propio país de los faraones se ha justificado diciendo que todos los activistas acreditados que deseen organizar una protesta pueden solicitar el permiso con 36 horas de antelación, especificando el recorrido.
No obstante, si se salen de esta línea, corren el riesgo de ser arrestados por una ley egipcia aprobada en 2013 que da rienda suelta a las fuerzas de seguridad para reprimir las protestas y que habilita el uso de la fuerza contra manifestantes pacíficos, según denuncian organizaciones de derechos humanos.