Hay 25,4 millones de hispanos verificados que pueden emitir su voto durante el período de votaciones para definir al nuevo presidente de los Estados Unidos
No cabe duda que estas elecciones presidenciales en los Estados Unidos de América marcaron un antes y un después en el modus de hacer política a lo interno de la casa del Tío Sam. Así lo han comprobado Donald Trump y Hillary Clinton, los competidores que representan a los colectivos políticos tradicionales del país norteño, el Partido Republicano y Partido Demócrata, respectivamente.
Los candidatos y su equipo de comunicación se han percatado de que su retórica proselitista debe conquistar, además de los “gringos”, a una masa silenciosa que ha ido en crecimiento exponencialmente y de manera solapada, aquella que está volviendo a ocupar los viejos espacios donde sus ancestros una vez posaron sus pies, los hispanos, los también conocidos en sentido unitario como “el gigante dormido”.
Ahora que los hispanos han acogido la capacidad e influencia, tanto así como para definir quién será el próximo mandatario que ocupará el Despacho Oval de la Casa Blanca, los mensajes de Trump y Clinton han ido dirigidos a conquistar esos oídos y convencer sus mentes. Él les propone políticas coercitivas y de expulsión para los indocumentados, mientras que ella se caracteriza por un discurso más suave, menos agresivo y hasta inclusivo con la reforma migratoria.
Las iniciativas de Donald Trump, quien ha sido más radical en sus planteamientos, propone desde construir un muro a lo largo de la frontera con México para impedir el paso descontrolado de inmigrantes, “asesinos y sicarios”, como él los denomina, que van tras el “sueño americano”, hasta triplicar el número de oficiales de inmigración para perseguir, capturar y expulsar a los desamparados en cuanto a documentación se refiere.
Hillary Clinton ha enarbolado las políticas de su copartidario y actual presidente Barack Obama, como la de continuar con la reforma migratoria y brindarle la legalización por medio del “Amparo de deportación a padres de ciudadanos y residente legales permanente”, DAPA, por su siglas en inglés y la “Acción Diferida”, también conocida como DACA, por su siglas en inglés, para regularizar a los indocumentados que lleguen a territorio estadounidense.
Las cifras en la actualidad de indocumentados en Estados Unidos asciende a 11 millones de personas, y se espera que el número, dependiendo de quién resulte ganador, irá en aumento.
La masificación de hispanos en los Estados Unidos parece una historia de aquel fenómeno que vuelve a su estado de naturaleza después de producido el hecho, y más aun cuando en los siglos XVIII y XIX, momentos de la conformación de la naciente nación norteamericana, se despojó de extensos territorios a México. Hoy la hispanización de EE.UU. alcanza la cifra de 55,2 millones, de los cuales 25,4 millones están disponibles para emitir su voto, número de lo que los mexicanos son los más voluminosos.
Es por ello que la propaganda electoral ha ido en ese sentido y el candidato a la vicepresidencia por el Partido Demócrata, Tim Kayne, no ha querido perder más tiempo y lo ha demostrado al pronunciar un discurso íntegro en español, convirtiendo ese acto en un hecho sin precendentes en la historia electoral de los Estados Unidos.
Ya habrá uno u otro candidato a la presidencia que haya logrado articular los mejores mensajes, de tal manera que cale en la opinión pública en beneficio propio. Pero de lo que no hay duda es que los hispanos han provocado que en la política estadounidense se integren nuevas ofertas.