La necropsia concluyó que “el cuerpo no tenía ningún signo de riña, lucha, sujeción o indefensión”
La muerte del teniente coronel de la Policía colombiana Óscar Dávila, asignado a la seguridad presidencial y relacionado con el escándalo de las interceptaciones ilegales en el Gobierno, fue un suicidio, informó este miércoles la Fiscalía General.
“La conclusión para la Fiscalía General de la Nación es que el teniente coronel Óscar Dávila, de 42 años de edad y 24 años de servicio, decide quitarse la vida y con el arma que era de su conductor. Para la Fiscalía General de la Nación, los resultados de la necropsia son positivos para suicidio”, concluyó la vicefiscal general, Martha Janeth Mancera, en una rueda de prensa.
La conclusión desde el punto de vista forense también fue que “sin ninguna duda, este es un caso típico de una lesión a contacto con todas las características propia de un suicidio”, señaló el médico forense Jorge Eduardo Paredes, de la Fiscalía.
Dávila, que formaba parte del círculo de seguridad del presidente colombiano, Gustavo Petro, fue hallado muerto el pasado 9 de junio dentro de su vehículo en una calle de Bogotá con un disparo en la sien, por lo que desde un principio las autoridades lo trataron como un suicidio, aunque se formó revuelo en el país por la posibilidad que la causa de muerte fuera otra.
Pero “desde el punto vista forense es un caso muy claro” de suicidio, según Paredes, quien agregó que al revisar el cuerpo y las prendas que vestía encontraron “un patrón de salpicaduras de sangre que refleja un modelo en U, lo que nos da un indicio muy fuerte de que esta persona tenía el arma empuñada (…) algo que también se observa en la manga”.
Además, la necropsia concluyó que “el cuerpo no tenía ningún signo de riña, lucha, sujeción o indefensión”, explicó Paredes.
EL CASO DE DÁVILA
El nombre de Dávila apareció en el escándalo por supuesto abuso de poder e interceptaciones telefónicas ilegales a una niñera acusada de robo en casa de la exjefa de Gabinete presidencial Laura Sarabia lo que, según el presidente colombiano, Gustavo Petro, supuso una gran presión para él, que lo llevó a quitarse la vida.
Todo comenzó con la denuncia de la exniñera Marelbys Meza de que tras ser acusada del hurto de un maletín con una suma no especificada de dinero, la hicieron ir hasta una dependencia presidencial donde fue interrogada y sometida a pruebas de polígrafo sin una orden judicial.
Al mismo tiempo, la Policía interceptó ilegalmente su teléfono, usando como fachada una operación contra la banda criminal del Clan del Golfo.
El teniente coronel Dávila figuraba entre los oficiales vinculados a la investigación de la Fiscalía.
El escándalo detonó una de las peores crisis del Gobierno de Petro, y obligó a la renuncia de Sarabia y del embajador de Venezuela, Armando Benedetti, que fue quien supuestamente filtró a la prensa lo sucedido.
Petro, por su parte, lamentó ayer haber “subestimado” la presión a la que estaba sometido el coronel.
“Es como si me hubieran prestado un ser humano que no pude cuidar yo mismo porque subestimé la presión, yo, porque estoy acostumbrado a sentirla, y creo que las demás personas lo hacen, y no es así, ningún ser humano es igual”, dijo el mandatario.