El papa Francisco se puso del lado de las víctimas del conflicto armado y exigió “verdad y justicia” para que Colombia pueda reconciliarse y cerrar el ciclo más prolongado de violencia en el continente americano
Desde Villavicencio, una zona castigada por la guerra interna donde cerró su tercer día de visita al país, Francisco abrazó a quienes han sufrido el enfrentamiento de más de medio siglo del Estado con guerrillas, paramilitares y narcotraficantes.
“Resulta indispensable también asumir la verdad (…) La verdad es una compañera inseparable de la justicia y de la misericordia. Juntas son esenciales para construir la paz”, dijo el pontífice.
En un emotivo acto, escuchó cuatro testimonios desgarradores de la violencia bajo la efigie del Cristo de Bojayá, mutilado durante la masacre de 79 civiles que se resguardaban en un templo de combates entre los rebeldes de las FARC y los paramilitares.
Primero habló Juan Carlos Murcia, un exguerrillero mutilado; luego fue el turno de Deisy Sánchez, reclutada por paramilitares, y Luz Landazury, víctima de una mina antipersona.
Siempre sentado, también siguió el relato de Pastora García, quien perdió a su padre y su esposo a manos de los grupos armados.
El papa, que ha llamado a huir de la venganza y el odio, apoyó el acuerdo que condujo al desarme y transformación en partido político de los rebeldes de las FARC.
La Iglesia católica, que ha perdido a dos obispos y 89 sacerdotes en medio del conflicto, también acompaña los diálogos que con el mismo fin emprendió el gobierno con la guerrilla del ELN.
Ante centenares de miles de fieles, Francisco advirtió más temprano del mayor riesgo que enfrenta la paz en Colombia. “Todo esfuerzo de paz sin un compromiso sincero de reconciliación siempre será un fracaso”.
Tras reunir a 1,3 millones de creyentes la víspera en Bogotá, el jefe de los católicos ofició la segunda misa a cielo abierto, en la que beatificó al sacerdote colombiano Pedro María Ramírez y al obispo Jesús Jaramillo.
El primero fue asesinado a machetazos en 1948 y el segundo a balazos en 1989, en episodios de la dilatada violencia en Colombia.