Las competiciones de la mexicana son algo más que deporte. Vende sus brazadas y con el dinero ayuda a personas en lugares pobres de su país, mujeres con cáncer de mama, niños ciegos o débiles visuales y pequeños de las guarderías del Instituto de Seguro Social.
La nadadora mexicana Patricia Guerra atravesó este sábado, a los 51 años, el Estrecho de Gibraltar en 2h 43:04 para establecer un récord mexicano, acompañada de tres de sus compatriotas.
“Fue un cruce más rápido de lo esperado, nos siguieron delfines en la proa del barco acompañante y luego por debajo de nosotras; el agua con corrientes muy frías, pero mantuvimos la concentración para no perder el ritmo”, dijo a Efe la deportista.
La proeza de la residente en Ciudad de México formó parte de un proyecto llamado ’50+1 2023. Si yo puedo, cualquier mujer puede, con el cual trata de cuestionar la teoría de que después de los 50 años la salud de la mujer va deteriorándose.
“Eso no es cierto; si tienes un monitoreo hormonal y físico, puedes seguir persiguiendo los sueños”, dijo la nadadora, que tuvo la compañía de Mónica Ramírez, Cynthia Aguilar y Carlos Franco.
Asesorada por su entrenadora, Nora Toledano, este sábado Guerra hizo su primer abastecimiento a la hora de recorrido, en coincidencia con el paso de un barco cerca de ella. Después mantuvo una velocidad mayor a la planificada y cerró fuerte para implantar su marca.
“Qué mejor regalo que cerrar mi carrera de nadadora de aguas abiertas con un récord mexicano en el Estrecho de Gibraltar”, señaló.
Patricia Guerra es una perseverante atleta con una vida casi monacal, que comienza cada día a las 4:30 de la madrugada, cuando se despierta a meditar, para una hora después iniciar los entrenamientos.
Como parte de sus entrenamientos, a inicios de año hizo sesiones de unos cinco kilómetros de promedio al día, que subió después de marzo, cuando incluyó pruebas largas en sitios con el agua a baja temperatura.
Las competiciones de la mexicana son algo más que deporte. Vende sus brazadas y con el dinero ayuda a personas en lugares pobres de su país, mujeres con cáncer de mama, niños ciegos o débiles visuales y pequeños de las guarderías del Instituto de Seguro Social.