Ante este aumento de tránsito por esta inexpugnable selva, el Gobierno colombiano permanece callado, mientras que el panameño “ha tomado la decisión de transformar este problema humanitario en una de seguridad nacional”, en palabras del ministro de Seguridad Pública, Juan Manuel Pino.
Ante la crisis humanitaria que se vive en la frontera entre Colombia y Panamá, donde diariamente llegan más de 2.000 migrantes que cruzan la peligrosa selva del Darién, organismos como Médicos Sin Fronteras (MSF) considera que una respuesta como la de militarización solo sirve para aumentar el sufrimiento de los migrantes.
“Nosotros no tenemos la capacidad de sugerir rutas o políticas migratorias, pero lo que podemos decir es que, como hemos visto en tantos contextos, la segurización de las fronteras, la militarización de las fronteras, no reduce el tránsito de migrantes, pero aumenta su sufrimiento”, aseguró en una entrevista con EFE el jefe de la oficina para Colombia y Panamá de MSF, Luis Eguiluz.
Una respuesta ante una crisis humanitaria como la que se vive en el Darién, donde este año ya se han registrado las mayores cifras históricas, con más de 300.000 migrantes en lo que va de año y casi 80.000 solo en agosto, que suponga incrementar la presencia militar o levantar más barreras para el tránsito, solo va en contra de los migrantes.
“Les hace más vulnerables a las mafias que se enriquecen con este tráfico de personas y les hace más difícil el acceso a servicios básicos. Por lo tanto, la segurización de fronteras no va a reducir el tráfico de migrantes”, dijo el representante de MSF, quien considera que la solución va por “rutas seguras” que “reduzca el sufrimiento y la exposición a peligros de estas personas que se ven abocadas a migrar”.
Ante este aumento de tránsito por esta inexpugnable selva, el Gobierno colombiano permanece callado mientras que el panameño “ha tomado la decisión de transformar este problema humanitario en una de seguridad nacional”, en palabras del ministro de Seguridad Pública, Juan Manuel Pino.
“Cualquier intento de reducir el tráfico -y lo vemos claramente en el Mediterráneo- expone a las personas a riesgos hasta cierto punto innecesarios cuando se pueden permitir rutas en las que se asegure el acceso a servicios y que no se exponga a peligros”, explicó Eguiluz, quien señaló al Mediterráneo y la respuesta institucional: “tantísimos muertos cruzando para evitar controles fronterizos”.
Y, además, reivindica: “migrar no es un delito, es parte de los derechos de las personas”. Intentar cortar la migración es imposible -lo sabe bien MSF que atiende a migrantes en todo el mundo-; quien está decidido a empezar una vida en otro país lo va a hacer, aunque sea por rutas más peligrosas y exponiéndose a mayores peligros.
SITUACIÓN CRÍTICA
MSF alertó hace una semana que el Gobierno panameño y las organizaciones humanitarias que atienden en las tres estaciones de recepción de migrantes que hay en el lado panameño, al otro lado de la selva, “no dan abasto” con la cantidad de personas que llegan y las necesidades que tienen.
En agosto han atravesado esa jungla 79.455 personas, un número inédito para un solo mes, de los cuales 18.184 son menores, según estadísticas del Servicio Nacional de Migración y Ministerio de Seguridad Pública de Panamá. La mayoría son venezolanos, pero cada vez hay más ecuatorianos y siguen cruzando muchos haitianos, colombianos y cubanos.
La travesía, que comienza atravesando Colombia y el golfo del Urabá, para adentrarse a la selva a pie se ha acortado con respecto a otros años, “pero hay migrantes que pasan muchos días y la exposición a peligros no disminuye el sufrimiento de estas personas”, dijo Eguiluz.
“Estamos hablando de una situación muy difícil, sea ya por riesgos geográficos -como ríos, montañas, etc.- como por exposición a violencia”, esgrimió el humanitario español. Aún sigue sin haber una cifra de cuántas personas se quedan en la selva y las mujeres y niñas en ocasiones se exponen a violaciones sexuales casi sistemáticas.
MSF ha atendido 206 casos de violencia sexual en lo que va de año, pero son conscientes de que “probablemente sea un subregistro de todos los casos que hay por la dificultad de acceder a las personas supervivientes dentro de la jungla como por la necesidad de estas personas de salir del país lo antes posible para continuar su ruta migratoria”.
Este organismo humanitario -junto a agencias de la ONU y otras ONG- atiende en las estaciones migratorias que de tener capacidad para 250 personas tienen que acoger cada día a más de 2.000.
“Entre Ministerio de Salud (panameño), Médicos Sin Fronteras y otras organizaciones no damos abasto, no hay suficiente para todas las necesidades que están apareciendo, por lo tanto, sí pedimos tanto a la institucionalidad como a los organismos internacionales y los mecanismos de asistencia humanitaria financieros que apoyen a esta crisis humanitaria”, concluyó Eguiluz.