América Latina busca agua dulce como una necesidad imperiosa

América Latina busca agua dulce como una necesidad imperiosa
Desde 1970 se ha perdido o deteriorado el 30 % de los ecosistemas de agua dulce en el mundo. Foto/https://es.mongabay.com/

Proyectos entre científicos y comunidades rurales muestran que debe garantizarse el agua más allá del consumo humano

Los efectos del aumento de la temperatura global son cada vez más evidentes. Olas de calor, sequías prolongadas, lluvias torrenciales e inundaciones afectan con mayor frecuencia al planeta, Informó el medio Mongabay Latam, especializado en temas ambientales.

La región tropical, donde se encuentra gran parte de América Latina, es una de las más vulnerables a eventos naturales como estos que, cada vez, son más frecuentes e intensos. En un contexto así, el agua dulce se presenta como el gran protagonista que no ha sido valorado en su justa dimensión. Y eso es urgente cambiarlo.

Basilio Rodríguez es conocido como el mejor pescador de la zona, pero no es su único talento : producir verduras y hortalizas es otra de las actividades en la que se destaca, Crédito Aminetth Sáchez

Ante este panorama, la especialista recuerda que la adaptación al cambio climático sólo puede darse a través de una gestión adecuada del agua, “entendida no sólo como recurso hídrico para los seres humanos, sino también como un elemento vital para los ecosistemas que sostienen la vida”.

De hecho, poblaciones campesinas e indígenas en Latinoamérica ya enfrentan las consecuencias negativas de la pérdida de biodiversidad y la escasez de agua dulce.

Mongabay Latam presenta cuatro historias en Colombia, Ecuador, México y Perú donde comunidades rurales y científicos desarrollan proyectos para disminuir los efectos negativos del cambio climático y les permitan contar con agua en zonas de glaciares, humedales y alta montaña.

Los bofedales son terrenos húmedos que sirven como esponjas para recolectar agua en época de lluvias. No obstante, en 20 años, deshielo gradual del Ritipata y las frecuentes sequías han reducido todas estas fuentes de agua. Cortesía de @mullu.tv

Jesús Gómez López, director de investigación en glaciares del INAGEM, explica que las altas temperaturas derivadas del cambio climático han provocado la desaparición de más de la mitad de la superficie glaciar que tenía Perú solo en un periodo de 54 años.

Las sequías y las inundaciones se han vuelto más extremas. El IPCC ha advertido que las emisiones continuas de gases de efecto invernadero afectarán aún más a todos los componentes principales del sistema climático. “Se prevé que el calentamiento global continuo cambiará aún más el ciclo global del agua, incluida su variabilidad, las precipitaciones globales y las temporadas muy húmedas y muy secas”, se lee en el reporte de 2023.

En agosto, cuando normalmente es época de sequía extrema, esta laguna aún tiene agua suficiente hasta inicios del siguiente año, cuando vendrán las nuevas lluvias. Crédito: Alexis Serrano.

El calor provocaba que las reservas de agua se consumieran pronto y hacia agosto ya casi no había agua. Llegaron al extremo de tener líquido apenas una hora al día. Gracias a unas lagunas inspiradas en los paltas — comunidad indígena que habitó esta zona hace más de 1,000 años, en la era preincaica— logran una infiltración subterránea tan controlada y efectiva que el agua que se capta durante los escasos meses de lluvia alcanza para todo el año.

Con cada nuevo informe, los científicos del IPCC lanzan más alarmas. A pesar de las cumbres internacionales de cambio climático y los compromisos políticos de los países, la meta de no sobrepasar un calentamiento global de 1,5 grados centígrados parece más difícil de alcanzar.

Antonio Díaz recorre este trayecto cada mañana, hacia la laguna que le sirve para el riego y después hasta sus tierras, en la parte alta de la montaña, en Santa Gertrudis. Crédito Alexis Serrano

Además, mencionan que desde 1700 han desaparecido el 87 % de los humedales continentales y “a pesar de que existen importantes figuras para la protección de estos hábitats, como es la designación de humedales de importancia internacional o sitios RAMSAR, los resultados de estas designaciones no siempre han sido sinónimo de protección y es necesario mejorar los mecanismos de gobernanza, articulación intersectorial y los programas de incentivos que permitan alcanzar buenos resultados de conservación para estos ecosistemas”.

Catherine Toro, presidenta de la Asociación Agroambiental Perú Contigo, sostiene algunas de las plántulas que crecen en el vivero que, junto a su comunidad, han creado en la vereda de Perú, Ayapel, Córdoba. Crédito: Begi Rojas Duarte.

Mientras que en Colombia tratan de conservar uno de los ecosistemas de humedales más grandes del mundo, en México intentan recuperar Xochimilco, una zona de humedales ubicada al sur de Ciudad de México y declarada por la Unesco, en 1987, como Patrimonio Mundial de la Humanidad. Allí, las chinampas, antiguos sistemas agrícolas desarrollados desde la época de los indígenas aztecas, han cambiado su esencia, afectando la calidad del agua y alterando el ecosistema al punto que el número de ajolotes, especie icónica de la zona, ha disminuido drásticamente.

La conservación de los ecosistemas de agua dulce es una necesidad imperiosa para América Latina, una región altamente vulnerable a la crisis climática.

Los proyectos conjuntos entre científicos y comunidades rurales de la región muestran que la apuesta por buscar soluciones va más allá de garantizar la disponibilidad del agua para consumo humano.

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