Ondeando banderas españolas y catalanas, al grito de “Viva España” y “Cataluña es España” los manifestantes descendieron por el emblemático Paseo de Gracia hasta la plaza Cataluña
Miles de personas celebraron este jueves la fiesta nacional de España con una marcha en Barcelona donde se lanzaron duros mensajes hacia los dirigentes catalanes, enfrentados en una grave crisis con el poder central por sus intenciones de proclamar la independencia.
“Puigdemont a prisión”, gritaban los manifestantes en referencia al presidente regional Carles Puigdemont, que organizó el domingo 1 de octubre un referéndum de autodeterminación inconstitucional y amenaza con fundar una república independiente en esta región de 7,5 millones de habitantes, dividida sobre la secesión.
“Con esta manifestación queremos reivindicar el otro bando, que se oiga que hay mucha gente en Cataluña que no está a favor de la independencia”, aseguró a la AFP Juan Jiménez, trabajador en una fábrica de automóviles de 26 años.
Los independentistas “tienen que oír que Cataluña no es suya”, añade a su lado Laura Peña, empleada en una tienda de ropa de 26 años, deseando que el conflicto “se solucione de manera civilizada”.
Puigdemont y el gobierno español de Mariano Rajoy se tomaron un tiempo muerto en la escalada de tensión de las últimas semanas.
Aunque se había comprometido a declarar la independencia si el sí ganaba en el referendo del 1 de octubre, como ocurrió ante el boicot de los contrarios, Puigdemont pidió el martes al parlamento regional suspender los efectos de la secesión para buscar un diálogo con Madrid.
Rajoy, por su parte, activó un mecanismo para suspender la autonomía de la región pero antes pidió al presidente catalán clarificar si había declarado o no la independencia y, en caso afirmativo, le dio una semana de plazo para rectificar.
La suspensión de la autonomía podría provocar grandes protestas en la región, orgullosa de su autogobierno recuperado tras la dictadura de Francisco Franco (1939-1975).
Pero la declaración de independencia también generaría un fuerte malestar en la población catalana contraria a la secesión que, tras años sin apenas manifestarse, el domingo celebró una marcha con centenares de miles de asistentes en Barcelona.