Los ataques y la inseguridad generalizada están obligando a abandonar la capital para buscar refugio en las provincias
Ver cadáveres en los barrios pobres o de gente acomodada en Puerto Príncipe, la capital haitiana, se ha vuelto algo cotidiano. “Numerosos cadáveres yacían este viernes en distintos barrios de Puerto Príncipe, la capital haitiana sometida a la violencia pandillera”, describió un informe sobre la situación de una agencia internacional de noticias.
La semana se caracterizó por enfrentamientos entre la policía y bandas armadas que se saldó con por lo menos una veintena de muertos, entre ellos, el jefe de una pandilla, llamado Ti Grèg. Muchos cuerpos sin vida, estaban carbonizados.
Frente al terror de las pandillas, que controlan cerca del 80% de la capital, la población ha levantado barricadas en algunas carreteras para protegerse de los asaltos.
“En las últimas semanas, los ataques armados se han intensificado en la Zona Metropolitana de Puerto Príncipe”, señaló la ONU en un comunicado.
Además de provocar desplazamientos en la ciudad y sus alrededores, “los ataques y la inseguridad generalizada están obligando a cada vez más personas a abandonar la capital para buscar refugio en las provincias, asumiendo el riesgo de viajar por carreteras controladas por las bandas”, añadió.
La violencia y la inseguridad han generado un éxodo interno de más de 150,000 haitianos, que se desplazan a provincias del sur que no cuentan con infraestructuras suficientes. “Las comunidades de acogida no disponen de bastantes recursos para hacer frente a estos desplazamientos masivos desde la capital”, insistió la ONU.
Haití ha vivido semanas de caos desde que bandas armadas lanzaron un pulso contra el primer ministro Ariel Henry, con ataques contra el aeropuerto, comisarías, prisiones y otros edificios públicos.
La semana pasada, Henry aceptó dimitir y dar paso a un consejo presidencial de siete miembros y dos observadores, cuya formación se ha visto retrasada por disensiones internas.
El primer ministro saliente está en California luego de abandonar Puerto Rico, donde había aterrizado tras no poder regresar a su país, según informaron este viernes dos fuentes conocedoras de su paradero.
Los disturbios actuales empezaron cuando Henry se encontraba en Kenia para acordar el envío de policías en el marco de una misión internacional supervisada por la ONU.
Pero su posición llevaba tiempo en el aire, debido a la inseguridad permanente y al hecho de que había sucedido al presidente asesinado Jovenel Moïse en el 2021 sin someterse al voto popular, en un país que no celebra elecciones desde el 2016.
La misión de la ONU, anunciada hace meses, ha sufrido varios contratiempos. A la falta de financiación, se sumó el paso atrás dado por Kenia tras la renuncia de Henry.
El país africano aseguró después, sin embargo, que enviaría los 1,000 policías prometidos a Haití una vez instalado el consejo de transición.
La ONU lamentó este viernes la crisis humanitaria provocada por la violencia. Cerca de cinco millones de personas, casi la mitad de la población, afrontan altos niveles de “inseguridad alimentaria aguda”.
“Los haitianos están al límite. El aumento del hambre está alimentando la crisis de seguridad que está destrozando el país”, dijo Jean-Martin Bauer, director del Programa Mundial de Alimentos en Haití.
“Necesitamos una acción urgente ahora. Esperar para responder a gran escala no es una opción”, añadió.