El espectro de la colombianización recorre el país, los nuevos encargados de la seguridad deberán cambiar esa percepción
El presidente electo, José Raúl Mulino, asumirá el primero de julio las riendas de Panamá por cinco años, que buscará favorecer a los ciudadanos que actualmente se ven agobiados y atemorizados por el alto índice de criminalidad que ha prevalecido en los últimos años, informó el diario La Vanguardia.
Se enfrentará cara a cara a la violencia y al narcotráfico urbano que se ha extendido a las zonas rurales.
Aunque muchos especialistas consideran que en Panamá el espectro de la colombianización recorre el país, los nuevos encargados de la seguridad deberán cambiar esa percepción y reconocer que el programa de resocialización “intramuros y extramuros en vías a una reinserción socio laboral productiva” es un fracaso.
Los centros penitenciaros se transformaron en bastiones de las bandas criminales y se reconfiguraron. Se fortalecieron al adaptar esas instituciones en su eje de operaciones y se internacionalizaron.
Prueba de lo anterior, informaciones internacionales dieron a conocer la detención, en noviembre del 2022, del panameño Anthony Martínez Meza, en un mega operativo internacional en la que participaron policías de Bélgica, Dubái, España, Francia y Países Bajos, en la que desarticularon un denominado “súper cártel” de narcotraficantes que controlaba buena parte del mercado de la cocaína en Europa.
Es conocido que el Tren de Aragua nace en la cárcel venezolana del Tocorón, en la que amplió su portafolio criminal con la trata de personas y el tráfico de migrantes.
Su expansión lo convierte en una empresa transnacional del delito. Se disputaron la gran trocha, la selva El Darién, en Panamá.
Para lograr el objetivo, de acuerdo a un análisis de InSight Crime, se enfrentan a “importantes grupos criminales colombianos, entre ellos el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC).
Los grupos lucharon por el control de los pasos fronterizos clandestinos, conocidos como trochas, que albergan diversas economías delictivas, como el trasiego de drogas, contrabando de bienes y migrantes”.
Lo lograron y captaron a los grupos delincuenciales panameños para iniciar sus operaciones ilegales en Panamá. Siguiendo sus propios esquemas, los centros penitenciarios para administrar el “lucrativo negocio”.
Con el anunció de Mulino de cerrar la frontera entre Panamá y Colombia se inicia un baño de sangre en el país.
Esos delincuentes intentan debilitar al recién elegido gobierno tomando bastiones importantes: La ciudad de Colón, en el Caribe, y San Miguelito, en el Atlántico, y demostrar sus músculos en el interior del país, con armas de alto calado, granadas, chalecos antibalas y otros pertrechos de guerra.
Pero, jamás se imaginaron que serían detenidos por un jefe policial, que cerró dos provincias del país y logró la detención de más de 20 delincuentes con prontuarios relacionados con el narcotráfico.
No queda de otra. Iniciar una recomposición de las fuerzas de seguridad, del Ministerio Público y el Órgano Judicial. Luego de esto, arrebatarles los centros penitenciarios a esos delincuentes para dejarlos sin piso ni techo.