Cinco militares israelíes están detenidos por violar a un preso palestino de la prisión de Sde Teiman
A 30 kilómetros de Gaza, donde los gazatíes viven en lo que la ONU describe como “el infierno en la tierra”, los palestinos atraviesan otro calvario.
Uno en el que las torturas ocurren en un silencio cuidadosamente mantenido por los guardias israelíes y en el que las organizaciones humanitarias cada vez tienen menos margen de acción. Algunos informes declaran que la situación es incluso peor que en las cárceles iraquíes de Abu Ghraib y Guantánamo, informó el diario español El Confidencial.
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Ubicada en medio del desierto del Néguev, se encuentra la base militar israelí de Sde Teiman, convertida en un campo de detención desde el ataque de Hamás en octubre pasado.
Desde esa ofensiva se han denunciado numerosos casos de torturas cometidos contra los presos palestinos que se hacinan en celdas sin luz, sin acceso a comida ni agua.
Tildada ya para algunos como “la Guantánamo israelí”, el ejército israelí apenas permite el acceso a esta prisión y si lo hace, solo lo autoriza durante minutos.
Para el régimen de Benjamin Netanyahu, cualquier palestino acusado de ser de la Nukhba -la fuerza de élite del brazo armado de Hamás- merece ser “castigado” sin ningún tipo de límites. En algunos casos, los casos son de índole sexual.
Hace apenas una semana, nueve militares israelíes fueron arrestados, de los cuales cinco de ellos permanecen detenidos, acusados de perpetrar una violación contra un preso palestino.
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La diferencia entre esta agresión sexual y otras cometidas, según varias oenegés, es que en este caso, tuvieron que llevar al agredido a un hospital por riesgo de muerte.
Tras su diagnóstico, el informe médico reveló que el recluso había sufrido lesiones en la parte superior del cuerpo y una lesión grave en el recto.
“Tenemos información de más casos. No es un caso individual. Un total de 2,000 prisioneros gazatíes se enfrentan a las mismas condiciones que en eta cárcel. Incluso peor, afirma Naji Abbas, director del departamento de presos y detenidos de Médicos por los Derechos Humanos-Israel, en una entrevista para El Confidencial.
Ese médico ha sido uno de los pocos a los que se les ha permitido el acceso a esta prisión, aunque no ha sido la única. “Hemos visitado 300 prisiones desde noviembre, sabemos mucho de lo que está pasando ahí”.
Tras conocerse el arresto de los nueve militares, decenas de israelíes, simpatizantes de los partidos israelíes de extrema derecha, incluso miembros del régimen de Netanyahu, se posicionaron a favor de estos oficiales. Algunos de ellos, incitados por los líderes extremistas, acudieron a las puertas de la prisión para protestar violentamente contra estas detenciones al grito de “heroicos guerreros”.
Uno de ellos fue el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, quien escribió en su red social de X que los soldados merecían respeto. “Quiten las manos de nuestros heroicos guerreros”, afirmó.
El miembro de la Knéset israelí, Hanoch Milwidsky, también justifica la violación tras defender que “todo es legítimo” en lo referente a las acciones contra un miembro de la Nukhba, “incluso meter un palo por el recto de una persona”.
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Estos actos, vistos como “heroicos” y “legítimos” por los israelíes más extremistas, forman parte de las torturas a las que cada día se someten los palestinos encerrados.
“Son retenidos durante meses. Los doctores que trabajan aquí nos dicen que necesitan cirugías y que les tienen que cortar las manos y las piernas por las infecciones que cogen. Se ven obligados a cortar sus miembros para salvar sus vidas”, afirma Abbas.
“Todo está permitido. Cualquier guardia puede hacer lo que quiera”, lamenta.
Esa impunidad se ha trasladado, incluso, al plano legal. El 18 de diciembre, dos meses después del ataque de Hamás, el Parlamento israelí aprobó la Ley de Detención de Combatientes Ilegales que permite arrestar a “toda persona que participe en una actividad hostil contra el Estado de Israel, directa o indirectamente, o que pertenezca a una fuerza que participe en una actividad hostil contra el Estado de Israel”.
Amnistía Internacional denuncia que la Ley de Combatientes Ilegales otorga al ejército israelí amplios poderes para detener a cualquier persona de Gaza “sospechosa de participar en hostilidades contra Israel o de suponer una amenaza para la seguridad del Estado durante periodos renovables indefinidamente sin tener que presentar pruebas que corroboren las afirmaciones”.
“Debe haber salvaguardias para impedir la detención indefinida o arbitraria y la tortura y otros malos tratos. Esa ley incumple flagrantemente estas salvaguardias. Permite la tortura desenfrenada y, en algunas circunstancias, institucionaliza la desaparición forzada”, declara la secretaria general de Amnistía Internacional, Agnès Callamard.
“Al menos 60 palestinos han muerto en detenciones y 10,000 han sido detenidos en los últimos 10 meses, cuando antes de la guerra había 5,000 detenidos”.
La situación es tan precaria que los prisioneros enfermos prefieren no ir a las consultas médicas porque “los militares les pegan en el camino al hospital”, añade Abbas.
A los presos les dan la comida con las calorías justas para que no mueran.
Las malas condiciones higiénicas a las que son sometidos estos presos, muchos de ellos detenidos de forma arbitraria y sin pruebas, han provocado la generación de enfermedades que antes no existían en estas prisiones.
“La gente muere de los abusos a los que les someten y la ley es la única herramienta que en algún momento tendrá que presionar a los israelíes. Israel, oficialmente y de forma orgullosa, viola el derecho internacional humanitario de cualquier forma que te puedas imaginar”, concluye.
El ministro de Seguridad Nacional, el extremista antiárabe Itamar Ben Gvir, no solo rechaza cerrar el centro de detención, sino que aboga por empeorar las condiciones de los reclusos e incluso aplicarles la pena de muerte.
“Uno de los principales objetivos que me he fijado es empeorar las condiciones de los terroristas en las cárceles”, dijo el ultraderechista.
“Hay que matar a los prisioneros palestinos disparándoles en la cabeza y, hasta que se apruebe la ley (de pena de muerte para árabes), les daremos poco para vivir”, recalcó Ben Gvir en un video.