Las dos venezuelas volvieron este sábado a poner en escena sus diferencias políticas irreconciliables
El Partido Socialista Unido (PSUV) movilizó una vez más a sus afiliados para reivindicar la victoria del dictador Nicolás Maduro proclamada por el muy cuestionado Consejo Nacional Electoral (CNE), informó el diario catalán El Periódico.
La oposición, liderada por María Corina Machado, ocupó las calles para defender lo que considera como un triunfo irrefutable de su candidato, el exdiplomático Edmundo González.
“Que el grito de cambio recorra el mundo”, pidió este último.
El régimen ha asociado a las manifestaciones en su contra con una delincuencia narcotizada e intentos de golpe de Estado con financiamiento externo.
Los 25 muertos, 192 heridos y más de 2,400 detenidos son atribuidos apenas a acciones conspirativas financiadas desde Estados Unidos, Colombia y Argentina. La oposición habla de la “criminalización de la protesta” y la amenaza latente de la acción violenta de la Guardia Nacional Bolivariana y los elementos parapoliciales.
A diferencia de marchas anteriores, los sucesos de este sábado son precedidos de numerosos hechos que convergen en un mismo punto: La exigencia al CNE que presente las actas, mesa por mesa, de la contienda del 28 de julio que fue adjudicada a Maduro sin el mínimo desglose.
En las últimas horas redoblaron esa exigencia la Unión Europea, Estados Unidos y la Organización de Estados Americanos (OEA) sobre la base de los cuestionamientos al proceso electoral que formularon los expertos de la ONU y del Centro Carter.
A la vez, los presidentes de Brasil y Colombia, Luiz Inacio Lula da Silva, propusieron sin éxito alguno la realización de nuevos comicios con amplia observación internacional para dirimir un pleito que no encuentra salida a la vista.
El madurismo y Machado tuvieron un efímero momento de acuerdo para desestimar la sugerencia, aunque por los motivos contrarios: Cada facción se considera la favorecida en las urnas.
Una, invoca el CNE y espera que en pocas horas el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), aliado natural del Ejecutivo, ratifique el triunfo de Maduro. La otra no tiene dudas que el 67% de la población se inclinó por González.
En las marchas, hombres y mujeres se mueven a través de las consignas y los cantos por los itinerarios prefijados para evitar incidentes.
Pero la trama política se encuentra siempre en el mismo lugar. Machado y González llamaron a una transición ordenada y sin represalias a los perdedores en las elecciones.
Su exhortación ha caído siempre en un vacío que muestra el carácter inviable de la otra propuesta de Lula y Petro para desactivar la bomba de tiempo: Un gobierno de coalición entre el madurismo y los opositores.
Lula y Petro no exponen su capital político solo por motivos ajenos a sus propias realidades. La posibilidad de una nueva ola migratoria, con impacto especialmente en países fronterizos, los inquieta de manera especial. En Colombia hay más de dos millones de venezolanos y unos 500,000 en Brasil.