Emplea sensores de bajo costo utilizando nanoestructuras de óxido de estaño y óxido de zinc
Una joven investigadora de la Universidad Tecnológica de Panamá (UTP), Ivonne Fábrega, realizó un aporte significativo al campo de las ciencias al compartir los avances de su proyecto de investigación enfocado en evaluar el potencial de las nanoestructuras de óxido de estaño y óxido de zinc para la detección de gases de efecto invernadero, informó la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SENACYT).
Fábrega, con maestría en Ciencias Físicas de la Facultad de Ciencias y Tecnología, realizó su trabajo bajo la supervisión de Ildemán Ábrego, investigador del Laboratorio de Pierre y Marie Curie de la UTP.
De acuerdo al informe, su proyecto, titulado “Caracterización de un sistema sensor basado en nanoestructuras de SnO2 y ZnO aplicado en gases de efecto invernadero”, recibió apoyo de la Convocatoria Pública de Nuevos Investigadores e Innovadores 2022 de SENACYT.
“Este estudio busca desarrollar sensores de bajo costo utilizando nanoestructuras de óxido de estaño (SnO2) y óxido de zinc (ZnO) para identificar gases de efecto invernadero. La intención es que estos sensores se integren como alarmas en áreas con riesgo de escape de gases, tales como fábricas, departamentos y laboratorios”, explicó Fábrega.
“Las estructuras de óxido metálico han sido ampliamente estudiadas para la detección de gases, y existe una variedad de sistemas de monitoreo que son costosos. El proyecto de Fábrega busca ofrecer una solución económica utilizando semiconductores más accesibles, lo que representa un aporte significativo al campo de las ciencias de materiales en nuestro país”, señala Ábrego.
Los gases de efecto invernadero, que absorben la radiación solar y contribuyen a mantener la temperatura de la Tierra, son generados tanto de manera natural como por la actividad humana. Entre los más comunes se encuentran el dióxido de carbono (CO2), el óxido nitroso (N2O), el metano (CH4) y el ozono (O3).
Fábrega realizó una pasantía en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México, donde desarrolló un sistema sensor más eficiente que el anterior y realizó pruebas con dióxido de carbono.