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Cómo Israel engañó a Hezbulá para explotar sus beepers

Cómo Israel engañó a Hezbulá para explotar sus beepers
Llega una ambulancia al Centro Médico de la Universidad Americana de Beirut. Foto: EFE, WAEL HAMZEH.

Reuters detalla por primera vez cómo el Mossad fabricó un beeper explosivo y lo puso en el bolsillo de su enemigo

El pasado 17 de septiembre, una ola de explosiones sumió el Líbano en el caos. Decenas, cientos o incluso miles de beepers, aparatos electrónicos de mensajería que no necesitan ni tarjeta SIM ni conexión a Internet, detonaron en distintos puntos del país, matando al menos a 11 personas e hiriendo a más de 3,000, la inmensa mayoría de ellas civiles, informó el diario español El Periódico.

Este devastador e indiscriminado ataque sin precedentes fue el resultado de una meticulosa operación orquestada durante años en las sombras por los servicios de inteligencia de Israel con el objetivo de descabezar a Hizbulá.

 

Foto: EFE, Wael Hamzeh.

Un mes después, una investigación de la agencia Reuters detalla nuevos detalles sobre cómo el Mossad logró engañar al grupo paramilitar más poderoso del mundo.
A principios del 2024, Hasán Nasrala, líder del movimiento sociopolítico chií libanés, advirtió que sus teléfonos móviles estaban comprometidos por las escuchas israelíes.

Fue entonces cuando el gran aliado de Irán y Hamás pasó a utilizar beepers para sus comunicaciones, aparatos rudimentarios que a priori le permitían esquivar la vigilancia. Conscientes de esa oportunidad, los espías del Estado judío idearon un meticuloso plan para fabricar beepers-bombas e infiltrarlos en los bolsillos de su enemigo.

Aunque el complot sigue rodeado de incógnitas, las fuentes consultadas por la agencia británica de noticias desvelan cómo los agentes del Mossad lograron diseñar mensáfonos que ocultaban una pequeña pero potente carga de explosivos en las baterías.

Se trataba de tetranitrato de pentaeritritol (también conocido como PETN), un componente altamente inflamable. Los espías idearon un sofisticado detonador sin cables ni componentes metálicos que le permitía ser invisible a los escáneres de rayos X que Hezbolá usa para detectar posibles alteraciones de sus aparatos.

El primer paso del Mossad fue manipular los beepers para convertirlos en una bomba de relojería. El segundo, crucial, fue lograr que llegasen a manos de Hezbolá.

Para ello, se elaboró cuidadosamente una compleja tapadera sobre la que Reuters arroja algo de luz. Según sus fuentes, dos personas -presuntamente espías camuflados- convencieron a la renombrada marca taiwanesa Gold Apollo para que accediese a conceder una de sus licencias al modelo malicioso diseñado en Tel Aviv, apodado AR-924.

La compañía añadió fotos y una descripción del producto en su web, contribuyendo sin saberlo a legitimar el artefacto explosivo del Mossad. El presidente de la firma, Hsu Ching-kuang, asegura que son víctima del complot.
Una vez dentro del mercado, la inteligencia israelí desplegó una ingeniosa campaña para promocionar su beeper trucado sin levantar las sospechas de su enemigo.
Así, sus agentes crearon una página web a nombre de una empresa inexistente, tiendas online ilícitas en las que se distribuía su producto y generaron mensajes falsos de usuarios que elogiaban su “gran rendimiento”. Esos portales desaparecieron después del ataque israelí contra Hezbolá.
“La creación de historias de fondo, o leyendas, para agentes encubiertos ha sido durante mucho tiempo una habilidad fundamental de las agencias de espionaje. Lo que hace inusual la trama del beeper es que esas habilidades parecen haberse aplicado a productos electrónicos de consumo omnipresentes”, reza la investigación de Reuters.

Pero, ¿cómo llegó el modelo israelí a manos de Hezbolá?

Según las indagaciones del grupo libanés, agentes del Mossad camuflados de comerciales habrían usado una táctica de venta “agresiva” para seducir a su comprador. Así, ofrecieron su beeper a un precio muy barato “y lo siguieron bajando hasta que se vio arrastrado”, ha señalado una fuente interna a Reuters. Hezbolá sigue investigando lo ocurrido.

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