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Así puede influir Rusia en las elecciones de EEUU

Así puede influir Rusia en las elecciones de EEUU

Análisis presenta las cinco tácticas de desinformación, propaganda o teorías de conspiración que practica Moscú

Desde la Guerra Fría, Rusia ha estado involucrada en la desinformación, propaganda o teorías de conspiración contra los países occidentales y, en especial, Estados Unidos. Con las elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina, y en medio de la campaña electoral, el espíritu de Moscú también está en el foco. Y es que el Kremlin ha estado muy cuestionado en relación posibles interferencias en los comicios estadunidenses, manipulando resultados o provocando crispación entre los votantes, de acuerdo a un análisis del diario español La Razón.

En un marco en el que Rusia ha sido alejada por las sanciones interpuestas en los últimos años, en especial tras la invasión a Ucrania, la manipulación por parte de Moscú es cada vez más intensiva.

La desinformación rusa, en definitiva, es una estrategia empleada para influir en opiniones y decisiones políticas, centrándose en Internet, en concreto, medios, redes sociales o campañas de ciberespionaje, y con el objetivo de generar desconfianza en instituciones democráticas, manipular elecciones, dividir a la opinión pública y crear confusión sobre temas internacionales.

Rusia seguirá sancionada
El presidente ruso, Vladimir Putin, ex KGB. Foto: Archivo

Rusia establece cualquier medio para proyectar su poder. Desde la difusión de videos falsos hasta la financiación de documentales críticos con el fin de sembrar el caos y minar la confianza. En muchos casos, se ha comparado las campañas de desinformación de Rusia durante la guerra de Ucrania con los discursos del ministro de la Propaganda nazi, Joseph Goebbels.

Y es que existen cinco puntos en los que se puede dividir los intentos rusos de influir en el público internacional, explicados en el libro “Rusia, desinformación y el orden liberal”, tal y como recoge BBC. Estos explican cuáles son las cinco tácticas de desinformación habituales de Rusia.

Uso de personas influyentes locales. Estas figuras pueden ser periodistas, políticos, celebridades o activistas. Al contar con figuras conocidas o respetadas por la sociedad, la información puede parecer más confiable o legítima, pues de esta forma se alcanzaría a una audiencia amplia que suele ser receptiva a sus opiniones. Así, Rusia logra legitimar narrativas que dividan o confundan a la opinión y disminuir la confianza en las instituciones democráticas.

Agencias de noticias falsas o creación de narrativas falsas. Asimismo, Rusia está acusada de tener en su país agencias o plataformas mediáticas vinculadas al gobierno que difunden noticias falsas, tales como RT o Sputnik, encargadas de difundir propaganda y desinformación en varios idiomas. Estas agencias a menudo presentan noticias sesgadas o fabricadas para influir en la opinión pública global, difundir narrativas alineadas con los intereses rusos y sembrar discordia.

Alentar a protestas con temas controvertidos o campañas en redes sociales. En base a lo anterior, Rusia también crea campañas, bien con sus medios, con personas influyentes o con sus instituciones, a través de las redes sociales, para llegar a más personas.

Su “guion invertido” tras cualquier acusación. Y por supuesto, el Kremlin, principalmente, pero también autoridades, medios o personas influyentes niegan cualquier implicación con la propaganda, apoyados por el resto de herramientas de desinformación para crear un relato o narrativa en el que parezcan víctimas en lugar de verdugos, de tal manera que pueda hacer creíble cualquier desinformación antes dada.

Ironía, humor o sarcasmo mediante discursos o campañas publicitarias. Se trataría del último punto, dado que las personas influyentes, agencias de noticias falsas, autoridades o medios ligados al Kremlin han dado todas sus informaciones erróneas y negando las acusaciones junto con una “falsa” contrastación. Dichos agentes de desinformación cambian el relato, dándole otro sentido y comunicando lo que sus acusantes quieren oír. Eso sí, utilizando el sarcasmo y humor para ser más creíble, o al menos, no ser entendido por quienes creen sus informaciones y no les acusan de desinformación.

 

 

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