A la caída de Asad y la debilidad de Hezbulá se suma la escasez de gas natural en un golpe más a la moral del régimen y los ciudadanos
No hay buenas noticias para la República Islámica. Si la caída de uno de sus principales aliados, el régimen de Bachar al Asad, no puede sino considerarse un golpe para los intereses de Teherán, como lo han sido la sensible mengua militar de Hezbolá, el Estado iraní se está enfrentando en las últimas semanas a una grave crisis energética debida a la escasez de gas natural y diésel cuyas consecuencias están afectando a la vida cotidiana de decenas de millones de ciudadanos, informó el diario español La Razón.
Esta semana los cortes de suministro eléctrico provocados por el problema energético han obligado a las autoridades iraníes a cerrar oficinas de la administración, colegios, universidades, bancos y empresas en los principales centros urbanos, incluida la capital, Teherán.
La mala gestión y las sanciones explican que el Estado sea incapaz de afrontar la alta demanda de combustible en los meses invernales.
Uno de los mayores errores de la administración iraní ha sido su ineficaz política de subsidios que, al mantener los precios del gas natural extraordinariamente bajos, ha fomentado el despilfarro.
Además, por la misma razón, las empresas prefieren exportar el hidrocarburo, mucho más lucrativo que el mercado doméstico.
Un nuevo golpe a la moral del régimen y los ciudadanos en un país que tiene a gala destinar importantes recursos financieros en su estrategia de expansión exterior y que, además, paradójicamente es uno de los mayores productores y exportadores de hidrocarburos del mundo. Irán cuenta con las segundas reservas probadas de gas del planeta y las cuartas de crudo.
El pasado miércoles el ministro de Energía Abbas Aliabadi reconocía que hasta 13 centrales eléctricas habían dejado de funcionar debido a la falta de diésel.
Por su parte, el portavoz de la Compañía Nacional del Gas, Hassan Mousavi, confirmaba esta semana que el sábado pasado fueron inyectados en la red un total de 850 millones de metros cúbicos de gas, de los cuales el 71% ha sido destinado a los hogares, pequeños negocios y el sector industrial.
El lunes pasado, un total de 18 provincias, incluidas las de Teherán e Isfahán, Azerbaiyán Occidental y Oriental, Ardebil, Golestan o Razavi Jorasán, quedaron prácticamente paralizadas debido a la combinación de bajas temperaturas e interrupciones en el suministro eléctrico.
La economía iraní resiste como puede las continuadas sanciones occidentales. No en vano, el Gobierno estadounidense anunció este jueves un nuevo paquete de sanciones contra entidades y buques por transporte ilícito de petróleo iraní, así como contra individuos vinculados a los rebeldes hutíes de Yemen por contrabando de armas y blanqueo de capitales.
“Mientras Irán dedique sus ingresos a financiar ataques contra aliados y socios de Estados Unidos, apoyar el terrorismo en todo el mundo y perpetrar acciones desestabilizadoras, seguiremos utilizando todas las herramientas a nuestra disposición para hacer que el régimen rinda cuentas”, aseveraba este jueves el secretario de Estado, Tony Blinken.