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Moscú consigue hacerse con el control de Georgia, mientras los 27 se quedan de brazos cruzados

Moscú consigue hacerse con el control de Georgia, mientras los 27 se quedan de brazos cruzados
Protesta frente al parlamento de Georgia. EFE.

La presidenta proeuropea acusa a la UE de no estar a la altura de las circunstancias y arrecian las protestas en la exrepública soviética

El patio trasero de Rusia está en plena ebullición y en Bruselas se percibe, sobre todo, impotencia. “Si somos sinceros, Europa no ha estado a la altura de las circunstancias”, aseguró la presidenta de Georgia, Salome Zourabichivili, en su discurso ante el Parlamento Europeo en el que compareció esta pasada semana. La política proeuropea puso el dedo en la llaga al asegurar que el club comunitario “se ha quedado a medio camino. Mientras los georgianos luchaban día y noche, Europa tardaba en reaccionar y actuar”, informaron medios de prensa internacional.

En las últimas semanas las protestas arrecian en el país. El pasado 26 de octubre, se celebraron elecciones legislativas.

Aunque se proclamó ganador al partido en el poder, Sueño Georgiano, la oposición no reconoció los resultados. La Comisión Electoral de Georgia confirmó la victoria del partido oficialista, después de que se volvieran a escrutar el 14% de las papeletas de cerca del 12% de los colegios electorales.

La Fiscalía del país abrió una investigación por “presunta falsificación” de las elecciones, pero Zurabishvil se ha negado a comparecer. Las autoridades del país rechazan una investigación internacional sobre las presuntas irregularidades.

Antes de que el partido en el poder se proclamara vencedor, los sondeos a pie de urna auguraban que los partidos de la oposición habían conseguido el 51,9% frente al 40,9% de los votos de Sueño Georgiano.

La Comisión Electoral Central había previsto que el 90% de los votos hubieran sido escrutados dos horas después del cierre de los colegios electorales, pero finalmente publicó los datos varias horas después, sin dar ningún tipo de justificación.

Presidenta de Georgia, Salome Zourabichivili. EFE.

 

Ante esos movimientos, los partidos opositores consideran que los resultados han sido amañados y grupos de observadores nacionales aseguran que se produjeron incidentes durante el proceso de votación en varios colegios electorales.

Bruselas ha mostrado su preocupación por esos datos, pero no ha llegado a proclamar ilegítimas estas elecciones. El actual gobierno que pertenece al partido Sueño Georgiano lleva en el poder desde el 2012. Aunque en un principio se presentó como una fuerza política europeísta y pro OTAN (fue el responsable de incluir en la Constitución en el 2017 la aspiración a ingresar en el bloque europeo y la Alianza Atlántica militar) en los últimos años ha virado hacia posiciones cercanas a Moscú.

Cumpliendo los peores presagios, el primer ministro de país ha anunciado la decisión de suspender las conversaciones de adhesión con la Unión Europea hasta el 2028. Además, ahora el país tiene dos presidentes en paralelo que reclaman legitimidad.
Por un parte, hace unos días fue proclamado el candidato de Sueño Georgiano, Mikheil Kavelashivili, mientras Zurabishvili no reconoce la transición.

Moscú. Foto archivo. EFE/EPA/ALAA BADARNEH

En su primer día en el cargo, el pasado primero de diciembre, la máxima representante de la diplomacia comunitaria, Kaja Kallas, anunció “consecuencias directas” por la represión contra los manifestantes. Pero una cosa son las promesas y otra los hechos. La semana pasada, Hungría y Eslovaquia –países conocidos por sus simpatías hacia el Kremlin– vetaron la posibilidad de imponer sanciones a un grupo de funcionarios responsables de las represiones contra los manifestantes.

Curiosamente, EE UU sí ha sido capaz de aprobar sanciones. Mientras tanto, la Comisión Europea está preparando un paquete contra los titulares de visados diplomáticas en el país y confía en sacarlo adelante, ya que este procedimiento puede salir adelante por mayoría cualificada y no necesita unanimidad. Fuentes diplomáticas descarta que puedan generalizarse estas restricciones a la población general.

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