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Maduro está aislado y debilitado como nunca: ¿cuánto oxígeno le queda?

Maduro está aislado y debilitado como nunca: ¿cuánto oxígeno le queda?
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, habla durante una manifestación a favor de su Gobierno. Foto: EFE, Miguel Gutiérrez.

El chavismo empieza una etapa que estremece a los venezolanos e incomoda a la izquierda latinoamericana, la de la dictadura pura y dura

Nicolás Maduro juró este viernes como gobernante en una sala más chica y menos poblada que la que usó en sus dos anteriores asunciones y en una Venezuela de blindaje terrestre, aéreo y marítimo y de ostentación de armas. Para ser un dictador recién graduado, son demasiadas señales de nervios, miedo, debilidad y aislamiento, informó el diario argentino La Nación.

¿Tendrá oxígeno Maduro para perpetuarse en la dictadura como los dos únicos autócratas presentes en su jura, el cubano Miguel Díaz-Canel y el nicaragüense Daniel Ortega?

En sus más de 11 años de presidencia, Maduro reemplazó legitimidad electoral y popular por fuerza y represión.

 

Daniel Ortega. Foto: EFE.

 

Apeló a la intimidación de la violencia porque, sin actas electorales, no pudo persuadir al mundo de que había ganado las elecciones del 28 de julio pasado. Persiguió en las calles a la oposición porque no le pudo ganar en las urnas.

Hipotecó la gestión ante Diosdado Cabello, halcón entre halcones, y ante las fuerzas armadas para garantizar su propia permanencia.

Gobernó tan mal que, cuando asumió, en el 2013, recibió un PBI de $372,000 millones y lo dejó actualmente en $106,000 millones, según el FMI. Parceló la economía ilegal entre grupos criminales para abastecer las arcas paralelas del régimen y de su “boliempresariado”.

Se recostó en aliados globales como Rusia, Irán, Cuba o China -también debilitados ellos- que conforman una “internacional autocrática”. Y llegó a depender, hoy ya casi con exclusividad, de su enemigo declarado, Estados Unidos, y del puñado de licencias petroleras que le habilitó en el 2022 para facilitar el proceso democrático.

Si Maduro es tan ineficiente como dictador como lo fue en su rol de presidente elegido por el voto, entonces, tal vez, la autocracia cerrada venezolana tenga corta vida.

El heredero de Hugo Chávez, sin embargo, sí tiene un talento, uno que le es suficiente para subsistir en el poder aun cuando amigos y enemigos lo dan por acabado.

 

Vista de un dibujo en la pared de un edificio alusivo al fallecido presidente venezolano Hugo Chávez, ayer en Caracas (Venezuela). EFE/ MIGUEL GUTIERREZ

 

Por un lado, aprendió de las lecciones de supervivencia de otros autócratas latinoamericanos como los Castro, Díaz-Canel y Daniel y Rosario Ortega.

Por el otro, logró crear un conglomerado de corrupción y violencia en el que están comprometidos todos los pilares del régimen: Cabello y el ala dura del chavismo, los hermanos Rodríguez, Vladimir Padrino López y las jerarquías de defensa y de seguridad. Si Maduro cae, todos caen.

El chavismo empieza una etapa que estremece a los venezolanos e incomoda a la izquierda latinoamericana, la de la dictadura pura y dura. No será un capítulo fluido ni fácil para Maduro; las armas y argumentos para su subsistencia tienen un doble filo explícito.

El consejo de Fidel a Chávez que resiste. Una de las esperanzas de la oposición desde julio a hoy fue que los mandos medios de las fuerzas armadas, tan golpeados como los civiles por la crisis económica e institucional, se sublevaran contra las jerarquías militares y contra el régimen chavista.

María Corina Machado apeló directamente a ellos en sus mensajes desde la clandestinidad. Poca o ninguna chance existió de que eso sucediera en las filas intermedias. Menos aún en las jerarquías, como ayer pidió Edmundo González.

 

Captura de pantalla tomada de la cuenta en Instragram de la líder opositora de Venezuela María Corina Machado, durante una declaración en Caracas (Venezuela). EFE/ @Mariacorinamachado

 

De eso se empezó a encargar Hugo Chávez en el 2007, luego de que los venezolanos le pusieran límites, en un referéndum, a sus ambiciones de reelección indefinida. Su mentor, Fidel Castro, le dio un consejo originado en su propia experiencia: Para mantener el poder hay que garantizarse el control total y absoluto de las fuerzas armadas. Más de 17 años después, las fuerzas armadas venezolanas responden a un solo jefe, el chavismo.

El peligro de las internas. La estrategia del miedo y de la coerción tienen varios riesgos, que a su vez son límites, y la pregunta en esta nueva etapa es cuán duradera será. En Nicaragua y Cuba esa política de la intimidación y represión sistemática fortaleció a las dictaduras de los Castro y de los Ortega. Pero Venezuela es diferente. Por su lado, la oposición está más movilizada y ya aprendió a sobrevivir una y otra vez a las trampas chavistas. Como Maduro, sabe resistir.

Por el otro, el oficialismo venezolano tuvo, hasta hace muy poco, ambiciones de reputación democrática y legitimidad internacional. Esas aspiraciones, aun cuando sean en burbujas y silenciadas, chocan contra la estrategia de la violencia. Y generan reproches e internas.

El dictador quedó así vulnerable ante las alas más y menos duras del chavismo. Ante la primera, porque llamó a elecciones cuando eran evidentes la fortaleza y versatilidad de Machado. Ante la segunda, porque no logró retener ni siquiera el voto de los bastiones más históricos del chavismo. Como si no fuera poco, quedó en deuda con las fuerzas armadas por sostenerlo.

El peligro en ciernes de la economía. Para prevalecer en las internas -y, en definitiva, para evitar su propio colapso-, Maduro deberá impedir que la economía se hunda en una espiral descendente como hizo en sus primeros ocho años de mandato. La estabilización económica le permitió, desde el 2021 a 2024, ilusionarse con que podría ganar las elecciones de julio. Esa percepción fue parte del mal cálculo.

Todos esos indicadores que alentaron a Maduro empiezan a oscilar precisamente por la deriva dictatorial.

Al escenario de menor crecimiento se le suma un fantasma que agobió hasta la indigencia a los venezolanos, la inflación.

La falta de institucionalidad y transparencia, entre otras razones, empieza a agigantar la brecha entre el dólar oficial y el paralelo y la inflación cerró el 2024 en 85%, diez puntos por arriba de lo previsto. No son los índices que convirtieron a Venezuela en la campeona global de la hiperinflación en la última década.

Pero las alarmas empiezan a encenderse entre los economistas y los funcionarios bolivarianos.

Para comprar las lealtades de su entorno, de las fuerzas armadas, del crimen organizado y de las guerrillas colombianas, Maduro no necesita la economía formal; le es suficiente con la ilegal.

El último informe de Economías Ilícitas de Transparencia Venezuela, publicado en 2023, describió un entramado de negocios que incluyen el contrabando de oro y de combustible, la trata de personas, el narcotráfico, la extorsión y la corrupción en puertos y aeropuertos que llega a unos $10,000 millones anuales, más del 10% del PBI de ese momento.

Trump, ¿ayuda inesperada o el enemigo definitivo? La tibia recuperación de la economía venezolana de los últimos años descansó en el regreso de la producción petrolera, que hoy llega a unos 950,000 barriles por día, unos 500,000 más que hace cuatro o cinco años.

 

Donal Trump. Archivo. EFE.

 

No hay sector económico que se le acerque en Venezuela. Y la explotación y la exportación están hoy fundamentalmente motorizadas por licencias petroleras habilitadas por Estados Unidos y otros países como parte del acuerdo del 2022 para llegar a elecciones justas, libres y transparentes.

La principal de esas licencias recae en Chevron y, a partir del 20 de enero, Trump será el encargado de decidir si sigue en pie o si es anulada como parte de nuevas sanciones contra la dictadura. ¿Qué determinará el próximo presidente norteamericano? No es tan fácil de descifrar.

Esas dualidades del próximo gabinete alimentan en Washington las especulaciones sobre un potencial acuerdo de Trump y Maduro, que le permitiría al autócrata de Caracas mantener las licencias petroleras –y, con ellas, cierta viabilidad económica– a cambio de recibir aviones con migrantes venezolanos apenas comenzado el nuevo mandato republicano.

Los dilemas de la oposición. Esos especialistas y diplomáticos regionales creen ver una anticipación de ese acuerdo inesperado en la inexistencia de una reunión entre Trump y González, cuando el presidente electo, según las actas, estuvo en Estados Unidos esta semana.

Con o sin acuerdo Maduro-Trump, la oposición también enfrentará sus dilemas y su nuevo capítulo. Tiene una líder consolidada y una estrategia electoral meticulosa y planificada que funcionó como nunca.

El desafío será, de ahora en más, mantener la presión sobre Maduro y la unidad de un arco opositor que, en la trastienda, ya empieza a pasarse facturas.

El mayor reto será seguir alimentando la ilusión y la energía de los venezolanos que tantas veces se esperanzaron con un giro democrático y convencerlos de que al dictador de Caracas le queda poco oxígeno aun cuando el capítulo dictatorial empieza a escribirse.

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