A pesar del nacionalismo triunfalista que exhibe la Casa Blanca, hay momentos en que no está claro qué intereses de Estados Unidos se ven realmente favorecidos por la agenda de Trump
El presidente Donald Trump se presenta a sí mismo como un negociador “pragmático” y “transaccional”. Su enfoque y sus valores, afirma, se basan en el “sentido común” y en el interés nacional.
Es un conjunto de prioridades que se invoca una y otra vez para justificar sus más diversas y audaces iniciativas, desde el lanzamiento de guerras comerciales contra aliados y rivales por igual hasta el desmantelamiento de la ayuda estadunidense destinada al desarrollo y la promoción de la democracia en el extranjero, informó el diario La Nación.
Pero a lo largo de su presidencia, Trump ha estado guiado por una ideología ultraconservadora que siempre ha estado presente entre su base y sus aliados.
Y, pese al nacionalismo triunfalista que exhibe la Casa Blanca, hay ocasiones en las que resulta difícil discernir qué intereses estadunidenses se ven realmente beneficiados por la agenda de Trump.

Eso ha ocurrido en los últimos días, cuando su gobierno autorizó un conspicuo rescate de la economía argentina.
La inusual decisión de iniciar un canje de monedas por $20,000 millones con el Banco Central argentino busca estabilizar un peso que tambalea peligrosamente ante las dudas del mercado de que el ultraderechista Javier Milei -aliado de Trump- pueda ver frenada su agresiva agenda de reformas en las elecciones legislativas de mitad de mandato.
En el pasado, Estados Unidos participó en numerosos programas de rescate de la siempre inestable economía argentina bajo el paraguas del Fondo Monetario Internacional (FMI), pero este sería el acto de intervención más directa de Washington en la economía de otro país en décadas.
El gobierno de Trump también trabaja para facilitar otros $20,000 millones en financiamiento del sector privado para la Argentina, duplicando así el salvavidas financiero, según informaron periodistas de The Washington Post.
Milei y Trump son aliados ideológicos cercanos, y el líder argentino ha tenido una influencia desproporcionada en los primeros meses del segundo mandato de Trump.

El secretario del Tesoro, Scott Bessent, principal impulsor del rescate, ofreció una justificación más elaborada.
Describió a la Argentina como un “aliado regional de importancia sistémica” que necesita ser apuntalado. Reforzar a la ultraderecha política en Buenos Aires, argumentó, beneficiaría a sus contrapartes en Chile y Colombia, donde los gobiernos de izquierda podrían ser desplazados en los próximos comicios.
“Creo que la administración Obama desperdició una oportunidad muy importante de acercar y consolidar a los países latinoamericanos dentro de la esfera de influencia estadounidense”, dijo Bessent en un encuentro con periodistas en el edificio del Tesoro en Washington, aludiendo de manera explícita al éxito de la derecha latinoamericana como objetivo de la administración Trump. “Los gobiernos habían girado de la izquierda a la derecha y luego, por negligencia, volvieron con fuerza hacia la izquierda. Pero ahora están volviendo otra vez en la otra dirección”.
Algunos republicanos y muchos demócratas expresaron su enojo por semejante suma de dinero de los contribuyentes estadunidenses destinada a un contexto donde es improbable que haya beneficios tangibles. El senador Chuck Grassley, republicano de Iowa, protestó por las pérdidas sufridas por los agricultores estadunidenses debido a los aranceles de Trump, incluidos los productores de soja de su estado, en competencia directa con los exportadores argentinos.
La intervención de Trump podría salvar temporalmente la suerte política de Milei. Pero su estrategia más amplia para la región -vinculada a sus planes de deportaciones masivas en el país y a su visión de dominio hemisférico, que incluye polémicas acciones contra presuntos narcotraficantes en el Caribe- no parece estar ganando simpatías hacia Estados Unidos en América Latina.
“Los países del hemisferio occidental están siendo presionados para recibir de vuelta a grandes números de migrantes, intensificar la lucha contra el narcotráfico y tomar medidas para excluir a China”, escribieron expertos del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), al advertir que un enfoque coercitivo no logrará frenar los avances de Pekín en la región.
“Esas políticas pueden producir algunos resultados que la administración Trump desea en el corto plazo, pero probablemente generarán mayor distancia entre Washington y la región con el tiempo, en beneficio de los rivales de Estados Unidos”.
