En el nuevo material, difundido por los demócratas de la Cámara, el financiero da a entender que el presidente de Estados Unidos estaba al tanto de su conducta criminal
Los demócratas de la Cámara de Representantes difundieron tres nuevos correos electrónicos del millonario pederasta Jeffrey Epstein este miércoles, día en el que el cierre del gobierno más largo de la historia de Estados Unidos se aproximaba a su fin, informó el diario El País.
En uno de ellos, Epstein escribe que Trump “pasó horas” en casa del financiero con una de sus víctimas, cuyo nombre aparece tachado para preservar su intimidad. La destinataria de ese mensaje, datado en el 2011, es la conseguidora Ghislaine Maxwell, que cumple una condena de 20 años en una prisión de mínima seguridad como cómplice de los delitos de su mejor amigo.
Este escribe en ese mail sobre el futuro presidente: “Quiero que te des cuenta de que el perro que aún no ha ladrado es Trump”. El remitente añade que el entonces magnate inmobiliario “no ha mencionado ni una sola vez” su encuentro con esa víctima.
En un segundo mensaje de enero del 2019, Epstein, que murió aquel agosto en una celda de máxima seguridad mientras esperaba juicio acusado de abusar de centenares de menores, da a entender que el ya presidente de Estados Unidos estaba al tanto de su conducta.

“Por supuesto que sabía sobre las chicas, dado que le dijo a Ghislaine que parara”, le escribe al periodista Michael Wolff, azote de Trump durante su primera presidencia y destinatario de los otros dos correos, provenientes de los archivos que el Congreso obtuvo mediante orden judicial de la heredad de Epstein.
El tercer intercambio, de nuevo con Wolff, fue en el 2015, durante la campaña que llevó al magnate inmobiliario y estrella de la telerrealidad a la Casa Blanca.
En él, el periodista avisa de que en un debate de las primarias republicanas de la CNN planeaban preguntar al candidato por la relación entre ambos. Epstein pregunta: “Si tuviéramos que prepararle una respuesta, ¿cuál crees que debería ser?“. Inacción, sugiere Wolff.
”Creo que deberías dejarle que se ahorque solo. Si dice que no ha estado en la casa o que no ha montado en el avión [en referencia a los jets privados en los que traficaba con esas menores rumbo a su isla, también privada], eso te dará una valiosa moneda política”, escribe el financiero, que sugiere al escritor que use esa moneda para “colgar” a Trump o para que éste le “deba” algo.
Trump ha negado siempre que él tuviera conocimiento de los crímenes de Epstein, al que ha llamado “un bicho raro”. Tampoco ha sido probado que participara de ellos o que fuera cómplice.

El presidente de Estados Unidos mantuvo una relación de amistad 15 años con el millonario pederasta, que duró hasta más o menos el 2004, cuando dejaron de verse. Las versiones sobre por qué sucedió esa ruptura son contradictorias.
Fue, en todo caso, antes de que llegara el primer proceso por abuso de menores en el 2006. Mucho antes, también, de que Epstein muriera en el 2019 en una celda de Manhattan cuando esperaba juicio por tráfico sexual, y de que Trump se convirtiera en el 2017 en presidente de Estados Unidos por primera vez.
En un comunicado, la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, identificó este miércoles a la víctima mencionada por Epstein como Virginia Giuffre. Es tal vez la más famosa de todas, entre otros motivos, porque sus acusaciones desembocaron en la caída en desgracia del príncipe Andrés de Inglaterra. Giuffre se suicidó en abril tras ser atropellada por un autobús en Australia, donde vivía.
“Trump expulsó a Epstein de su club hace décadas por acosar a sus empleadas, incluida a Giuffre”, afirmó Leavitt.
La sombra de los delitos de Epstein ha perseguido a Trump desde la muerte del financiero pederasta. El recuerdo de esa vieja amistad ha resucitado en los primeros meses de su segunda presidencia hasta causarle la mayor crisis con sus seguidores MAGA (Make America Great Again), algunos de cuyos más destacados miembros llevan años elucubrando sobre el caso, una horrible trama de abusos sexuales con centenares de víctimas. Un grupo de esas fue recientemente al Congreso a pedir justicia.

Esta semana se ha sabido también que Maxwell está maniobrando para lograr que Trump la indulte desde la cárcel a la que el Departamento de Justicia la trasladó en verano, donde, según dijo un confidente al Congreso, recibe un trato preferente, “como si estuviera en un hotel”.
A principios de julio, un comunicado conjunto del FBI y el Departamento de Justicia anunció que las autoridades estadunidenses no tenían prevista, en contra de lo que habían venido prometiendo durante los meses previos, la publicación de nuevos documentos sobre el pederasta. Tampoco, de la lista Epstein, que supuestamente incluye los nombres de amigos ricos y famosos que participaron en la red de tráfico sexual de menores del millonario.
Los militantes en las teorías de la conspiración sospechan que existe y que no se hace pública para protegerlos. Aquel comunicado conjunto también confirmaba lo que el forense ya había concluido: que Epstein se suicidó en su celda, pese a las teorías sobre su asesinato que circulan en torno a la muerte, alentadas por sus extrañas circunstancias, dado que el reo pasó sin vigilancia más horas de las previstas por los protocolos de seguridad.
“Estos últimos correos electrónicos plantean preguntas evidentes sobre qué más está ocultando la Casa Blanca y la naturaleza de la relación entre Epstein y el presidente”, afirmó este martes el representante Robert Garcia (demócrata de California) en un comunicado de prensa. Garcia pertenece al Comité de Supervisión de la Cámara, que es el que ha recibido los materiales del millonario pederasta.
