Mientras un grupo de bipartidistas legisladores impulsa la liberación total de los archivos del caso, la Casa Blanca muestra preocupación por las implicaciones políticas para Trump
La difusión de un nuevo lote de correos electrónicos vinculados a Jeffrey Epstein ha profundizado las dudas sobre la versión de Andrew Mountbatten-Windsor –el expríncipe Andrés- respecto a cuándo terminó su relación con el financista y sobre sus reiteradas negativas de haber conocido a su acusadora, Virginia Giuffre, informó el diario La Razón.
Al mismo tiempo, la publicación de estos documentos abrió un nuevo frente político en Washington, donde un grupo bipartidista de legisladores impulsa la liberación total de los archivos del caso.
Entre los correos divulgados por el comité de supervisión de la Cámara de Representantes destacan varios intercambios del 2011. En uno de ellos, fechado en marzo de ese año -cuatro meses después de la fecha en la que Andrés aseguró haber roto vínculo con Epstein-, el expríncipe escribió a Epstein y a Ghislaine Maxwell: “No puedo soportar más esto”, en reacción a preguntas enviadas por el diario Mail on Sunday sobre las acusaciones de abuso sexual.

Otro correo, también del 2011, muestra a Epstein confirmando la autenticidad de la fotografía que lo ha perseguido durante años: La imagen en la que Andrés aparece sujetando por la cintura a Giuffre, entonces de 17 años, en el 2001.
“Sí, ella estuvo en mi avión y sí, se tomó la foto con Andrés, como muchos de mis empleados”, escribió Epstein. Sin embargo, en una entrevista del 2019 con la cadena BBC Newsnight, Andrés sugirió que esa fotografía podría haber sido manipulada y aseguró no recordar la ocasión en la que fue tomada. El expríncipe continúa negando cualquier conducta indebida.
Los correos también revelan la preocupación explícita de Andrés por desligarse del escándalo. En uno de los mensajes insiste: “Por favor asegúrense de que cada declaración o carta legal establezca claramente que NO estoy involucrado y que no sabía ni sé NADA sobre estas acusaciones”.
Pero el impacto de esa nueva publicación va más allá de la familia real británica. En Washington, la presión para desclasificar todos los documentos relacionados con Epstein se intensificó esta semana, especialmente después de que una congresista demócrata recién electa firmara la petición que permite forzar una votación en el pleno.

La iniciativa, impulsada por legisladores de ambos partidos, necesita un periodo de espera de siete días, pero el presidente de la Cámara, Mike Johnson, trabaja para adelantarla antes del receso de Acción de Gracias.
El debate escaló todavía más cuando la Casa Blanca convocó a la congresista republicana Lauren Boebert a una inusual reunión en la Sala de Situación, un espacio reservado tradicionalmente para crisis de seguridad nacional.
Según CNN y The New York Times, la administración habría expresado preocupación por posibles implicaciones políticas para el presidente Donald Trump, quien mantuvo una amistad con Epstein años antes de su arresto por tráfico sexual de menores. La Casa Blanca lo niega y asegura que el objetivo es “transparencia”.
Otros correos divulgados este miércoles acentuaron la controversia. En uno enviado a Maxwell en el 2011, Epstein se refiere a Trump como “el perro que no ha ladrado” y afirma que pasó “horas en mi casa” con una de las presuntas víctimas. En otro mensaje, del 2017, asegura: “No he conocido a nadie tan malo como Trump”.
La portavoz presidencial, Karoline Leavitt, calificó las nuevas publicaciones como “un engaño” y un intento de distraer de “los logros históricos del presidente”.
Mientras tanto, en el Congreso, legisladoras como la republicana Nancy Mace -quien se autodefine como sobreviviente de abuso sexual- afirman que no retrocederán. “La petición es profundamente personal”, escribió, asegurando que defenderá a las víctimas “hasta la muerte”.
La batalla por la transparencia apenas comienza y promete tensar aún más el ya convulso clima político en Washington.
