Un informe del Ministerio de la Mujer revela cómo la ofensiva israelí y las normas patriarcales profundizan la precariedad
La violencia económica contra las mujeres palestinas adopta diversas formas y se ha intensificado desde el inicio de la ofensiva israelí sobre Gaza en octubre del 2023, así lo detalla un nuevo informe del Ministerio de la Mujer palestino, publicado en el marco de la campaña internacional “16 Días de Activismo contra la Violencia de Género”, informó la agencia EFE.
Este informe describe un complejo sistema de presiones y abusos, tanto militares como sociales, que limitan el acceso de las palestinas a sus recursos, empleos y derechos económicos básicos.
El documento denuncia que esta violencia estructural se ha visto amplificada por la devastación en Gaza, las operaciones militares israelíes en Cisjordania y las dinámicas patriarcales que continúan restringiendo la autonomía financiera de mujeres y niñas.
La Franja de Gaza atraviesa una crisis económica extrema tras la destrucción del 94% de sus tierras agrícolas, el 85% de los invernaderos y dos tercios de sus redes viales y de saneamiento.

Esta devastación ha eliminado miles de oportunidades económicas basadas en la agricultura doméstica y pequeñas explotaciones, de las que dependían especialmente las mujeres rurales.
El colapso económico también ha incrementado la vulnerabilidad de mujeres y niñas, quienes, ante la escasez de empleo, son empujadas a trabajos voluntarios, mientras los pocos puestos disponibles se destinan mayoritariamente a los hombres.
En Cisjordania ocupada, las restricciones de movimiento -puntos de control en todas las ciudades y unas 1,000 puertas metálicas que se abren y cierran sin previo aviso- dificultan el acceso de las mujeres a sus lugares de trabajo, universidades o centros de salud. Muchas terminan por abandonar sus empleos o aceptar trabajos con salarios más bajos.
En el norte -particularmente en Yenín y Tulkarem-, donde las operaciones militares dejaron 30,000 desplazados, solo el 10% de los negocios pertenecía a mujeres, y casi la mitad de ellos tuvieron que cerrar sin recibir compensación.
En Jerusalén Este ocupado, las mujeres palestinas reciben salarios más bajos que sus homólogas judías y cuentan con menos protección sindical y social, además, viven bajo la amenaza permanente de perder su residencia o de la demolición de sus viviendas por parte de las autoridades israelíes.

El informe subraya que la violencia económica dentro del ámbito doméstico está profundamente normalizada en la sociedad palestina. Es común que esposos, padres o hermanos actúen como tutores financieros, reteniendo los salarios de las mujeres, controlando sus cuentas bancarias o imponiendo límites de gasto.
En Jerusalén Este, el acceso de una mujer al mercado laboral suele depender de la aprobación del esposo, y es infrecuente que tengan cuentas bancarias propias debido a la presión familiar, en Gaza ocurre un patrón similar, la familia masculina gestiona los ingresos femeninos y les impide acumular capital propio.
Además, el 32% de las mujeres palestinas con derecho a herencia renuncia a ella, alegando reconciliación familia”, una práctica que las deja sin protección patrimonial.
El informe concluye que la combinación de guerra, ocupación militar y normas patriarcales ha profundizado la violencia económica que enfrentan las mujeres palestinas, limitando su autonomía, su seguridad y su capacidad de reconstruir sus medios de vida.
Un fenómeno que, según advierten sus autoras, requiere atención urgente para evitar que la desigualdad y la dependencia económica sigan ampliándose en los territorios ocupados.
