El triunfo del líder conservador marca un giro político en el país y supone un revés para la izquierda tras cuatro años en el poder
Chile eligió a José Antonio Kast como su próximo presidente para el período 2026–2030, tras una jornada electoral de alta participación y desarrollo ordenado, informó el diario La Razón.
Con el 98,53% de las mesas escrutadas al cierre de esta edición, el candidato conservador obtuvo el 58,21% de los votos, superando a la candidata de izquierda Jeannette Jara, quien alcanzó el 41,79%.
La elección, realizada bajo el sistema de voto obligatorio, convocó a más de 15.6 millones de personas habilitadas para sufragar y consolidó desde temprano una tendencia que las mesas predictoras y analistas daban por irreversible.

Más que la identidad del ganador, la expectativa estuvo centrada en el margen de la victoria, que finalmente resultó contundente.
En una tradición republicana ya establecida, el presidente en ejercicio, Gabriel Boric, llamó por teléfono al presidente electo para felicitarlo por su triunfo.
“Usted ha sido elegido presidente de todas las chilenas y chilenos”, señaló Boric, quien aseguró su disposición a colaborar en una transición ordenada. Kast respondió agradeciendo el gesto y manifestó su interés en un proceso de traspaso respetuoso y en mantener un diálogo institucional una vez asumido el nuevo gobierno.

Las reacciones no se hicieron esperar. Jeannette Jara reconoció el resultado y deseó éxito a Kast “por el bien de Chile”, mientras que desde el extranjero el presidente argentino Javier Milei celebró el triunfo como una señal del avance de las ideas conservadoras en la región.
En Santiago, simpatizantes del presidente electo celebraron con banderas y bocinazos frente a su comando de campaña.
La segunda vuelta enfrentó dos proyectos políticos claramente contrapuestos. Kast, fundador del Partido Republicano, centró su campaña en la promesa de orden, seguridad y un giro frente a las políticas del actual gobierno, con énfasis en el combate a la delincuencia, el control fronterizo y una agenda económica orientada al crecimiento y la inversión privada. Jara, en tanto, representó a una amplia alianza progresista que buscaba dar continuidad al ciclo iniciado por Boric.

Pese a un aviso de bomba que activó protocolos de seguridad en un local de votación, el proceso se desarrolló con normalidad y bajo resguardo militar, como establece la normativa chilena.
El voto en el extranjero, aunque de menor peso numérico, favoreció ampliamente a Jara, especialmente en Europa.
Con este resultado, Chile cierra un proceso electoral intenso pero pacífico, reafirmando la fortaleza de sus instituciones democráticas. El triunfo de Kast confirma un giro conservador en el escenario político chileno y abre una nueva etapa marcada por altas expectativas y desafíos en materia de seguridad, economía y cohesión social.
