La cólera de los agricultores y ganaderos ha provocado durante este jueves graves problemas de tráfico en Bruselas
Los agricultores franceses continúan ejerciendo una presión máxima sobre el presidente Emanuel Macron para que no dé su brazo a torcer en las negociaciones por el tratado con MERCOSUR en Bruselas, que eliminará progresivamente los aranceles sobre casi todos los bienes comercializados entre los dos bloques durante los próximos 15 años, informó el diario La Razón.
A las manifestaciones de protesta en la capital comunitaria se han sumado este jueves acciones por toda Francia, especialmente en el sur del país. El asunto es especialmente sensible para el gobierno galo ya que podría dar un mayor impulso a la extrema derecha de Marine Le Pen, que ya es primera fuerza política en el campo.
La cólera de los agricultores y ganaderos ha provocado durante este jueves graves problemas de tráfico en múltiples puntos debido al bloqueo de autopistas, una situación que podría prolongarse hasta Navidad según las noticias que lleguen desde la Unión Europea en las próximas horas por el tratado y también por la gestión que se está realizando de la grave epidemia de dermatosis nodular contagiosa que afecta a las vacas.
Dos motivos que combinados pueden producir una tormenta política para el frágil gobierno de Sébastien Lecornu, centrado en su propia supervivencia, quien se esfuerza en enviar mensajes para tranquilizar al sector.

La oposición francesa al acuerdo no es nueva, pero se ha vuelto más firme y pública a medida que se acercaba este sábado la fecha de la firma, articulando varias exigencias concretas.
Francia exige, por un lado, mecanismos legales eficaces que permitan suspender temporalmente las importaciones preferenciales de productos sensibles si causan un daño grave al mercado europeo. Pero a su vez, demanda que los productos importados del MERCOSUR cumplan los mismos estándares sanitarios, ambientales y de bienestar animal que se exigen a los agricultores europeos estableciendo controles fronterizos rigurosos.
El sector agropecuario galo ve en el acuerdo una amenaza existencial. Temen que su mercado sea “inundado” por carne sudamericana más barata, producida, en su opinión, con estándares menos estrictos en el uso de hormonas y antibióticos, lo que constituiría una competencia desleal.
Francia es consciente de la magnitud de lo que está en juego. El acuerdo UE-MERCOSUR, cuya negociación política se cerró en diciembre de 2024 y fue formalmente propuesto por la Comisión Europea en septiembre del 2025, aspira a crear la mayor zona de libre comercio del mundo.
Un mercado común que abarcaría a 722 millones de personas y un PIB combinado de $22 billones. El pacto eliminaría aranceles para el 91% del comercio bilateral, abriendo mercados masivos para ambos bloques.
Para la UE, significaría una vía de exportación privilegiada para sus automóviles, maquinaria, productos químicos y vinos hacia Sudamérica. Para los países del MERCOSUR, integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, facilitaría la entrada de sus productos agrícolas estrella –como carne bovina, aves de corral, azúcar, soja y etanol– al mercado europeo.
La Comisión Europea estima que el acuerdo ahorraría a las empresas más de $5,000 millones anuales en aranceles. Las negociaciones han sido una maratón de 20 años, llena de avances y retrocesos. El contexto geopolítico actual, marcado por la guerra comercial impulsada por Donald Trump, habría añadido una urgencia renovada para cerrar el pacto y buscar aliados comerciales alternativos.
