El periodista Demetrio Olaciregui traza lo que a su juicio retrata la coyuntura actual por la que atraviesa el presidente Juan Carlos Varela. La carrera entre desgaste y legitimidad
En un famoso cuento el danés Hans Christian Andersen coloca a un rey en manos de aventureros que le sacan una fortuna por la ilusión de confeccionar uno de los más extravagantes vestidos del que se haya tenido memoria. Se trataba de un traje invisible que —como los truhanes habían hecho creer al monarca— solo podría ser visto por personajes con una capacidad especial.
Terminado el trabajo, el rey, que tenía reservado el vestido para una gran celebración, apareció al frente de una caravana montado en uno de sus mejores corceles con la supuesta indumentaria sobre su cuerpo completamente desnudo.
Los súbditos lo llenaron de alabanzas, a pesar de que se daban cuenta de que el rey estaba desnudo. En una gran complicidad, todos callaron al paso del soberano. Nadie osó advertir la realidad que pasaba frente a sus ojos. Fue la inocencia de un niño al exclamar “el rey va desnudo”, lo que rompió la farsa. De inmediato, el murmullo. Luego, la gritería: “El rey está desnudo”.
Este cuento bien puede aplicarse a lo que está ocurriendo con el presidente Juan Carlos Varela. Después de tres años y medio de mandato ha ido mudando sus máscaras y variando su fisonomía ante el país.
Al tratar de imponer, contra toda sensatez y razón, a dos abogadas rechazadas por la mayoría ciudadana, como magistradas de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), despilfarró su escaso capital político.
En lugar de ser una fuerza ética y moralmente sostenible, dada su inclinación clerical, se ha empantanado por un método de gobierno gerencial en el que nada se mueve si él no lo decide. Eso lo llevó al empecinamiento de buscar imponer una decisión que lo colocó al borde del despeñadero.
Como no hay peor ciego que el que no quiere ver, Varela se ha rodeado de un entorno contagiado por la misma ceguera –igual a lo que describe José Saramago en su Ensayo sobre la ceguera- impidiéndole darse cuenta de su desnudez.
El rumbo que ha tomado daña su imagen interna, complica su capacidad para gobernar y proyecta dudas hacia el exterior sobre la legitimidad de sus acciones.
El mes de enero cerró como comenzó. Terminó con el aplastante rechazo de sus primeros nominados a la CSJ, y uno de los capítulos más oscuros de este gobierno. A comienzo de enero, en su mensaje al pleno de la Asamblea Nacional, su único argumento fue el grito y la amenaza. Transita, actualmente, por una preocupante bancarrota de credibilidad.
De allí las escandalosas acciones populistas y el dispendio del dinero público. Con la entrega de subsidios por $1,400 millones anuales, derrocha lo que equivale a los ingresos que aporta el Canal cada año. Contrario a su objetivo, eso no incide en las encuestas de opinión donde su aceptación está por debajo del 20%.
En lugar de tratar de llevar magistrados idóneos, independientes y honestos a la CSJ, con su decisión demostró que no le interesa el estado de derecho ni el adecentamiento de la justicia. Aquello de que “un político corrupto siempre temerá a un juez honesto”, puede calzarle perfectamente.
Aunque para algunos es un concepto abstracto, el pueblo soberano es la única fuente de legitimidad de un gobierno, porque se sustenta diariamente en opiniones sobre su desempeño. Varela ha defraudado a los votantes y se ha transformado en un obstáculo para corregir el rumbo de la Nación.
Los panameños desean vivir en un país con separación real y efectiva de los poderes del Estado, con un sistema de justicia independiente, donde se rechacen las prácticas autoritarias; en un país donde se fortalezcan los partidos y su democracia interna y donde cese el método corrupto de comprar políticos para que bailen al son que les tocan. En los primeros tres años y medio de gobierno, Varela entregó $135 millones en prebendas a los diputados pensando que los mantendría dóciles a sus ordenanzas.
Es hora de que recupere su categoría de mandatario. La política, en muchos casos, se desarrolla con ensayos y errores. Y todavía, aunque en el ocaso de su gobierno, está a tiempo de corregir sus errores y conjurar la actual crisis institucional que está a punto de desembocar en una muy compleja crisis política.
Segundo batazo de 4 esquinas que pega Olaciregui. Esta clarito en este año
Excelente comparacion de Varela con el cuento del Danes Hans Christian Andersen.
Pienso q este analisis tiene 70% de verdad estoy de acuerdo con eliminar los 1400. Millones en subsidios y reformar la constitucion quitando el 70% del poder del presidente, reformar el codigo electoral en la forma para elegir a los diputados alcaldes y representantes queda evidenciado el tema con la declaracion del diputado panky. Hay mucho desorden financiero no podemos seguir invertiendo con deuda gastando cerca de 4000 mil millones en intereses hay q parar por 5 años la inversion con prestamos constuuir el tren a chiriqui y linea 3 mediante consecion a 20 años a los chinos dedicar la inversion en capacitar a medicos enfermeras plomeros electricistas tecnicos agricolas en soldadura en seguridad tecnicos en turismo tecnicos en marina mercante en los maestros de obra capacitar al maestro y profesores. Ayi esta el desarrollo para luego con hombre y mujeres bien preparados emprender squello q demanda la poblacion. Pero con sus propios impuesto. El canal utilizar solo1500 millones y el resto ir pagando la deuda esta muy alta. No podemos seguir con esto yo aporto en la solucion esta bien la critica pero aportemos a la solucion. Un pais bendecudo merece ser mejoir administrado apartir de este año el producto interno bruto va aumentar si no corregimos rumbo tendremos mas corrupcion actuemos hoy porque mañana puede ser tarde.
No se le puede pedir peras al Olmo